En los operativos realizados en Pereira encontraron menores de 8 y 10 años que ya estaban siendo “invitados” a participar en la estructura del microtráfico.

Foto | Meper | LA PATRIA | PEREIRA 

En los operativos realizados en Pereira encontraron menores de 8 y 10 años que ya estaban siendo “invitados” a participar en la estructura del microtráfico.

El tráfico de estupefacientes en Pereira y Dosquebradas ha mutado a niveles de mayor complejidad. Las denominadas “ollas” donde se vendían estupefacientes hacen parte de un modelo anterior del narcomenudeo. 

De acuerdo a los últimos informes de la Policía Metropolitana de Pereira y a la Alcaldía de la capital risaraldense, se han identificado nuevos modelos de comercialización y producción de las drogas. 

Cambios jerárquicos 

La proliferación de drogas sintéticas en el Área Metropolitana Centro Occidente (Amco) ha cambiado las dinámicas del expendio de estupefacientes. 

Fenómenos causados por el denominado tusi, (una mezcla de ketamina y otros compuestos sintéticos), que no necesitan grandes laboratorios rurales, ha convertido al área metropolitana, –en especial a Dosquebradas y Pereira– en escenarios de fabricación y distribución de este tipo de drogas. 

Además de las facilidades en la fabricación, la comercialización ha sido, de acuerdo a los informes entregados por las autoridades, el principal factor de confrontación entre estructuras criminales en ambos municipios. 

Esto se debe a que muchos jóvenes han visto fácil rentabilidad en el negocio y han ingresado para competir en el mercado ilegal. 

Según el coronel Oscar Ochoa, el 90 % de los capturados en lo que va de 2025, tienen que ver con el tráfico de estupefacientes. 

El oficial añadió que este tipo de tráfico responde a dinámicas heterárquicas. Un sistema de organización donde no existe una jerarquía lineal o única, sino que diferentes elementos o niveles pueden influenciarse mutuamente y tener diferentes grados de influencia en distintos aspectos y momentos.

“Es una línea heterárquica. Casi lineal. Tienen un cocinero, un distribuidor, un ruletero, un transportador y ahora hemos determinado algunos hackers con QR”.

En el marco de los operativos recientes, se estiman al menos 25 códigos QR utilizados para registrar pagos, controlar inventarios y distribuir los estupefacientes. 

Cada código estaba conectado con un grupo específico y permitía hacer seguimiento a las transacciones, como si se tratara de una plataforma de comercio electrónico.

El coctel de la muerte

El Tusi se ha convertido en el epicentro del microtráfico local. Según las autoridades, su venta se ha disparado en fiestas electrónicas, discotecas y eventos masivos. 

En estos espacios se ha detectado la presencia de mesones de colores, donde se encuentran variedades de la droga: tusi amarillo, verde, rojo y naranja. 

Cada color representa una combinación específica de sustancias, algunas incluso con componentes veterinarios y fármacos adulterados.

“Están fabricados a partir de medicamentos veterinarios con otro tipo de adicciones. Tanto adicciones de droguerías, adicciones en cal, adicciones en productos y alimentos para animales, entre otras”, señaló el oficial. 

Fabricación

Pero el fenómeno no se limita al consumo. El tusi se produce localmente en laboratorios clandestinos, conocidos como “cocinas”, ubicados incluso en apartamentos de edificios residenciales. 

Una de las cocinas más grandes intervenidas recientemente estaba ubicada en Dosquebradas. Allí, agentes encubiertos dialogaron con los jóvenes presentes —algunos menores de edad— que afirmaron estar produciendo y comprando tusi para revenderlo por su cuenta. 

Uno de ellos, al ser interrogado, respondió: “No, la verdad voy a comprar una manilla”. Cuando el coronel le preguntó qué era una manilla, el joven explicó que eran entre 15 y 20 gramos de tusi crudo que podía llevar a su casa, para cocinarlo y convertirlo en un negocio personal.

Las rutas de distribución estaban claramente establecidas. Los menores mencionaron puntos como La Churria, La Isla, El Rosal y otros sectores altos de Pereira y Dosquebradas como zonas desde donde operaban. 

Tres de los adolescentes encontrados en el operativo revelaron que manejaban sus propias rutas de comercialización. Incluso había menores de tan solo 8 y 10 años que ya estaban siendo “invitados” a participar en la estructura del microtráfico.

Distribución silenciosa y sin olor

La droga se distribuye principalmente por servicios de mensajería rápida, como si fueran encomiendas comunes. Esto ha generado una transformación total en la manera en la que se mueve el microtráfico en el Área Metropolitana.

Las autoridades han detectado la presencia de cocinas de producción de tusi en condominios residenciales de hasta 15 pisos, donde, en uno solo de los apartamentos, se instala una operación sin olores ni señales externas, diseñada para pasar desapercibida.

En los operativos se han incautado 527 equipos celulares, que han ayudado a identificar los procesos de compra y venta de la droga. 

“Dicen cómo está el modelo, cómo conecta, cuánto pagan, quién lo paga, qué discoteca está, qué grupo es, dónde vienen, qué traen y dónde viene la ketamina”.

La popularidad del Tusi ha bajado el nivel de calidad de la cocaína. En palabras de Ochoa, el tráfico de la droga sintética ha afectado a la otra. “La cocaína ha perdido su calidad. Porque ya la ha desplazado el Tusi”.

Desafío adaptativo

El coronel en su intervención aprovechó para dar recomendaciones a los entes administrativos para atacar la problemática del Amco a través de varias estrategias. 

La primera de ellas la contención del consumo de estupefacientes. “El desafío es adaptativo”, indicó, en referencia a la necesidad de entender y enfrentar las nuevas dinámicas del consumo, especialmente entre adolescentes y jóvenes. 

El llamado fue a actuar no solo desde la sanción, sino desde la prevención, la observación temprana y el acompañamiento afectivo y comunitario.

“¿Por qué lo veo mareado? ¿Por qué no quiere ir al colegio? ¿Por qué llega con los ojos así?”, fueron algunas de las preguntas que hizo el coronel. 

La atención integral a los habitantes de calle, muchos de ellos ya con problemas serios de consumo de estupefacientes. 

La reconstrucción de espacios y áreas críticas como los barrios más afectados por la criminalidad, entre ellos donde se han realizado los operativos 90h. 

Los efectos en la salud de los consumidores de drogas. El coronel ha ido a los hospitales pidiendo cifras de pacientes que ingresan con síntomas como paros cardiacos, alteraciones psicológicas y físicas. 

Protección a los colegios para evitar el consumo. Para eso es necesario fortalecer las visitas y atender a temprana edad los factores de riesgo. 

Y por último, la protección de niños y adolescentes, que, de acuerdo al informe de Ochoa, son los más vulnerables de caer a las redes criminales. 


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