Albeiro Rudas
LA PATRIA | Anserma
Estelia Vélez, a sus 68 años de edad, es un claro ejemplo del trabajo, y dedicación en la preparación de alimentos, sus ágiles manos han servido para preparar ricas viandas, entre sancochos, cerdos, gallinas, fritangas.
Durante décadas, los ansermeños aprendieron a reconocerla por su formalidad y las delicias culinarias que vendía en un andén de su casa en el barrio La Esperanza. Allí, dice Estelia, mientras las personas adultas paraban en sus motos y carros para comprarle tamales, empanadas, chicharrones y costillas de cerdo, llegaban también niños pobres del sector, pidiendo un pedazo de morcilla o un chicharrón.
Aunque Estelia les daba a algunos de ellos, aunque fuera la degustación, fueron llegando más menores que se contentaban con el olor de la carne frita y asada. Fue así como a Estelia se le ocurrió que podía preparar en el mes de diciembre esos mismos alimentos, pero para los niños del barrio.
Personal que colaboró con pintar las caras de los niños.
Tocó puertas y consiguió kilos de tocino, carne, preparó morcilla y celebró la primera Navidad para los niños del barrio La Esperanza. A ellos se sumaron personas que donaron aguinaldos y fue la gran fiesta para cerca de 80 niños. Al año siguiente, ya desde octubre comenzaron preguntarle a Estelia si iba a celebrar esa fiesta decembrina y le pidieron que fuera a otros barrios. Se unió con sus hijas, quienes le ayudan en la preparación de alimentos, en la lista y la empacada de regalos. También los vecinos hicieron sus aportes y últimamente ansermeños residentes en Londres y España, al enterarse de su obra, envían dinero para que ahora la fiesta sea para más niños. En esta oportunidad decidió hacerlo en el barrio Santa Bárbara para 100 niños.
Su hija Gloria Rendón corre de un lado al otro con otros colaboradores. Esta vez vino desde Cali, Aleyda Madroñero, madrina de estas actividades y quien se vinculó de lleno a la fiesta de estos niños. Estelia con un delantal luce incansable y, a medida que entrega los platos con la fritanga a los niños, se le sueltan un par de lágrimas y dice: “No puedo contenerme al ver la alegría de los pequeños“. Agrega: “Muchos me dicen que hace años no prueban un pedazo de carne“.
Luego vino la entrega de los regalos y cada uno, acompañado de sus progenitores, disfrutó de una deliciosa cena decembrina, gracias a que Estelia, por 18 años consecutivos, viene alegrando la navidad de los niños más pobres del municipio.
En la actualidad Estelia vive en zona Rural, pero cada año viene al casco urbano para cumplir con esta devoción. Esta vez regresó cansada de un duro día, pero dice: “Derrame muchas lágrimas, pero ya puedo disfrutar contenta la Navidad con mis hijas y nietos.
En fondos se prepara la comida para los niños.
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