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El fránces Killyan Mbappé marcó dos goles en la victoria del Real Madrid por LaLiga.
ROBERTO MORALES
EFE | LA PATRIA | MADRID
Dos goles de Kylian Mbappé, con un penalti suave a lo Panenka y un gran golpeo a balón parado, impulsaron, junto a un tanto de Jude Bellingham, una remontada vital (2-3) del Real Madrid, que deja el pulso por LaLiga EA Sports en un mano a mano con el Barcelona, tras un duro castigo a un Leganés que acarició el premio y se marchó molesto con decisiones arbitrales claves.
La actitud es un factor trascendental en el fútbol. Más aún tras un parón por partidos de selecciones en el enfrentamiento de un equipo que perdió a toda su plantilla ante otro que tuvo dos semanas para prepararlo. Factores que estrechan la gran distancia en calidad. Aumentados con rotaciones y agravados por una falta de compromiso defensivo en el Real Madrid que le impulsó a realizar un esfuerzo extra con el que no contaba Carlo Ancelotti.
Dio la sensación en el primer acto de que para el conjunto madridista era una fecha por tachar en un calendario repleto de compromisos. Y cayó en el error de conceder menos importancia al Leganés que a los rivales venideros. Sin nada que perder y con una necesidad acuciante de sumar para no hundirse en descenso, Borja Jiménez diseñó un plan. Con atrevimiento dentro de la precaución lógica de jugar en el Santiago Bernabéu. Apostando por velocidad arriba con Raba y Diego para sorprender al contragolpe.
Incluso fue el primero que avisó en una llegada, el golpeo arriba de Neyou desde la frontal en el primer error de bulto de Camavinga en la construcción. Suya era la responsabilidad de ancla y el Real Madrid fue pura inconsistencia añorando la figura de Tchoauméni, en el banquillo junto a indiscutibles como Fede Valverde, Vinícius o Rodrygo.
Por momentos hasta pareció que no los necesitaría Ancelotti cuando su equipo comenzó a enganchar ataques con cierta continuidad. Con Lucas Vázquez instalado de extremo, Bellingham haciendo daño por dentro y llegando desde segunda línea con peligro. Sergio González achicaba balones como podía, salvando goles desde el suelo. Perdonaban Brahim y Modric, Dmitrovic se lucía abajo ante el disparo cruzado de Mbappé que también rozaba el poste segundos después con un testarazo.
Se mascaba el gol en el ambiente cuando el colegiado González Fuertes entendió como penalti un toque de Óscar sobre Güler por detrás, tras una brillante acción de Bellingham. Mbappé no perdonó la oportunidad de lanzar, exhibiendo calma con un lanzamiento a lo Panenka. Suave, por el centro a la red.
Lo que nadie esperaba fue el desplome madridista tras la recompensa del gol. El Leganés tardó segundos en empatar, sacando oro de un error de posición de Fran García que se quedó enganchado habilitando la posición de Diego García para rematar a placer. La acción veloz nació de la subida de Rosier y un mal remate previo de Óscar.
Era la primera demostración de falta de la intensidad defensiva adecuada. La segunda, tras un fallo extraño en Brahim rematando fuera una jugada desde el punto de penalti, de nuevo condicionado por la labor defensiva de Sergio, cuando el agujero que dejó Lucas en banda derecha lo aprovechaba Raba. Restaban cuatro minutos para el descanso cuando un robo de Juan Cruz a Brahim, en el que pidió falta impotente, encontró la subida libre de marca de Óscar para asistir sin oposición alguna.
Se iniciaba un ejercicio de resistencia del Leganés con demasiados minutos por delante. El Real Madrid se jugaba la Liga. Un tropiezo la habría puesto en bandeja al Barcelona, tras un nuevo pinchazo del Atlético de Madrid horas antes. Le tocaba apretar para remontar y no esperaba al segundo acto. Una falta de Güler, blanda, y una doble ocasión de Mbappé fueron los avisos de lo que llegaría en la reanudación.
En el 47 ya igualaba el duelo Bellingham, en un premio merecido por su insistencia. Tras un disparo ajustado al poste que sacó con su estirada Dmitrovic, tras el rechace de Brahim que sacó bajo palos, tras el golpeo en el travesaño. Ahí estaba Jude para remachar el tanto del empate y dar paso a un nuevo partido.
Con un error repetido, el despiste defensivo del Real Madrid, instalado en campo contrario, lento en el repliegue. De nuevo sorprendió el Leganés al contragolpe, con Raba conduciendo por dentro y Diego aprovechando el espacio entre Asencio y Bellingham para plantarse ante Lunin perdonando el mano a mano condicionado por la mano izquierda de Jude sobre su hombro izquierdo cuando iba a definir.
Al Leganés no le quedaban fuerzas más que para defender replegado. Se alió a la fortuna con el disparo al poste de Brahim y lamentó la injusticia del tercer tanto. Ya con los primeros espadas en el campo para rematar la faena. De una falta inexistente de Tapia, que se lanzó ante la carrera de Rodrygo, y le robó de forma limpia el balón. El colegiado señalaba infracción y además cartulina amarilla. Un error que aumentó su importancia cuando el saque en corto lo golpeó Mbappé con un toque de diestra imparable.
Pero mostró orgullo hasta el final el equipo del sur de Madrid. Ya por detrás en el marcador se lanzó por el empate y provocó que el Real Madrid acabase pidiendo la hora en un largo añadido. Munir tuvo el empate de cabeza, cruzado tras ganar la partida a Rüdiger, y Asencio rozó un penalti en el último suspiro que habría sido decisivo. Los de Ancelotti caminan sobre el alambre en LaLiga.
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