LA PATRIA | MANIZALES*
7.018 casos reportó Policía de Infancia y Adolescencia en los primeros siete meses del 2020 en Colombia. La casa, el hogar, ya no parece un lugar tan seguro para los niños y niñas.
El psiquiatra infantil, Felipe Agudelo, en un informe para la Agencia Pandi, expresa que el estrés parental vivido durante la cuarentena, es muy posible que se esté viendo reflejado en el incremento de castigos corporales y psicológicos que se ejercen desde los cuidadores hacia los niños, niñas y adolescentes.
Es una alerta, más allá de las cifras que ofrecen las diferentes entidades del Estado como el ICBF, la Policía, centros de salud, comisarías de salud y Medicina Legal, entre otros. No existe un sistema único de información.
“El problema de no tener un sistema único es que no sabemos si el niño 'Pedro' que llegó a la Policía, ingresó a restablecimiento de derechos en el ICBF, pero tampoco si fue atendido por un pediatra, por un trabajador social, tampoco si sus lesiones fueron causales de examen por parte de Medicina Legal”, explica Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi.
La gravedad, siguiendo su ejemplo, es que si a 'Pedro' lo lesionan de nuevo y va a un hospital porque se 'rodó por unas escaleras', el médico que lo atiende no puede ver en el sistema los anteriores registros por violencia intrafamiliar. El profesional no examinará con más atención si las lesiones indican violencia o no.
Secuelas permanentes
Según el informe, la familia debería ser por excelencia el entorno más acorde para garantizar el bienestar, la integridad y los derechos de los niños y las niñas.
Sin embargo, asegura que es en los hogares en donde se presentan las mayores agresiones en contra de los menores de edad que empiezan desde el zarandeo al bebé, aumentando a pellizcos, empujones y encerramientos hasta convertirse en hechos de maltrato mucho más delicados para la salud del niño.
Algunos expertos dicen que estas conductas se incrementan cuando existe mayor tensión emocional al interior del núcleo familiar. Y esta tensión aumenta cuando los hogares han experimentado bajas en ingresos económicos y dificultades para suplir necesidades básicas.
“Esto hace que aumente la impaciencia, el estrés, y si a ello se suma que los adultos no hemos desarrollado habilidades suficientes de relacionamiento con nuestros hijos, pues toda esta presión puede perfectamente desencadenar en la presencia y en el aumento de maltrato hacia la niñez”, comenta María Paula Martínez, directora Ejecutiva de Save the Children.
“Creo que la violencia se convirtió en una salida a los problemas; en vez de usar el diálogo, se utilizaron los golpes como método de relacionamiento, en donde los niños hemos sido los más afectados”. Joven de 15 años.
Cambios en comportamiento
A los cambios comportamentales que han tenido algunos padres e integrantes de las familias, se suman los de niños, niñas y adolescentes.
Presentan alteraciones en sus conductas, lo que lleva a que en los hogares exista una carga emocional mucho más intensa entre sus integrantes. El Instituto Colombiano de Neurociencias presentó una encuesta para indagar acerca de las principales preocupaciones de los padres de familia con respecto al comportamiento y aprendizaje de los niños en casa en medio del aislamiento preventivo.
El 88% de los niños, niñas y adolescentes vio su comportamiento alterado, lo que suscitó un mayor riesgo de exponerse a tratos violentos al interior de sus hogares.
Para el doctor Agudelo estos resultados son coherentes si se tiene en cuenta que en el hogar todos han presentado estrés, angustia, miedo, que no expresan con palabras.
“Por ello, es que se vuelven más irritables o groseros, y esto es un fenómeno que hay que entender porque un día dejaron de tener contacto físico con sus amigos, se les prohibió jugar en los parques, regresar al colegio y realizar otras tantas actividades rutinarias para ellos y ellas”, indica el doctor.
Empoderar a familias
Cualquier tipo de violencia en contra de la infancia es inadmisible y además prevenible con habilidades para sobrellevar la presión y ayudar al diálogo, la escucha y la compresión.
Martínez indica que se debe trabajar con las familias a través de cualquier política pública que busque cómo educar, orientar y disciplinar a sus hijos sin agresiones y por medio del diálogo.
“Todas las actividades de crianza positiva y libre de violencia, construcción de paz, y nuevas metodologías para la resolución de conflictos son bienvenidas en este aspecto”, enfatiza Martínez.
Una manera de empoderar a las familias y aliviar sus cargas frente al nivel de pobreza y desempleo, lo propone Martínez: “Todos los programas sociales que tiene el Estado y en los que podemos aportar la sociedad civil y la cooperación internacional para la entrega de efectivo multipropósito, podrían contribuir a un mejor bienestar de las familias, a su inclusión social y productiva”.
Ayudaría a satisfacer necesidades básicas y brindaría alivios que se traduzcan en familias armoniosas en las que prevalece la sana convivencia y en las que garantiza el bienestar de la niñez.
El panorama de la violencia intrafamiliar en Colombia no es alentador, y ello es corroborado por los más de 55 mil casos que se han presentado entre 2015 y 2020. María Paula Martínez, directora Ejecutiva de Save the Children.
*Basado en el informe Violencia intrafamiliar, una pandemia donde las paredes del hogar, no protegen, y la cifra se oculta, de la Agencia Pandi (2020).
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