El padre Alberto Llanos Castaño insiste en que el conocimiento no tiene que ser deshumanizado, porque “la felicidad debe ser el centro de la educación”.

Fotos | Prensa Escuela LANS | LA PATRIA

El padre Alberto Llanos Castaño insiste en que el conocimiento no tiene que ser deshumanizado, porque “la felicidad debe ser el centro de la educación”.

Thomás Ramírez - Antonia López - Isabella Mejía

PRENSA ESCUELA | LA PATRIA

El padre Alberto Llanos Castaño, rector del Liceo Arquidiócesano de Nuestra Señora, LANS, más allá de su figura de autoridad, cuenta con una agradable forma de ser que lo hace cálido, íntegro y muy activo.
Lo mueven los temas deportivos, culturales e históricos.

Es un rector deportista, jugador de fútbol y baloncesto, que le gusta escalar y viajar, cautiva a las personas con su palabra, no solo al dirigirse a los cerca de 900 estudiantes, sino al conectar con quienes se acercan a él.

Tiene claro los momentos para hablar, pero lo más importante, siempre está listo para escuchar. La infancia, de este manizaleño de pura cepa, estuvo marcada por la influencia católica, en medio de una familia extensa.

Vocación y vida sacerdotal

Cuando Dios le hizo el llamado para llevar el mensaje de nuestro creador y potenciar el don de servicio con los demás, no lo dudó. “Todos podemos servir desde nuestro trabajo o puesto, pero yo elegí servir a Jesús de Nazareth desde el ministerio sacerdotal”, reconoce con evidente convicción.

Gracias a la vocación de servicio hacia niños y jóvenes la educación fue la especialización que lo llevó a realizar diversas maestrías con enfoque juvenil, logrando así un perfil para ser maestro de aula en colegios oficiales y por último rector en diversos colegios públicos y privados del departamento de Caldas. 

El señor me puso en el Liceo Arquidiocesano de Nuestra Señora, donde me siento inmensamente feliz, porque la prioridad no es la academia, sino la persona en toda su integralidad”, reconoce. 

Si bien la fortaleza mayor del LANS es su componente académico, se quiere lograr una parte formativa, construyendo personas desde los valores del evangelio, haciendo énfasis en la autonomía, respeto, responsabilidad y humanidad, para tener hombres y mujeres con ideales claros y motivados por la fe. “La prioridad no es la academia, la prioridad es la persona en toda su integralidad”, sentencia el padre Alberto. 

Es por ello que la propuesta pedagógica es formar buenos seres humanos que tengan a su alcance el modelo de Jesús de Nazareth para su desarrollo personal integral.

 

El servicio a los demás es la gran motivación de su vida.

 


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