LA PATRIA | Manizales
El mundo del toro guarda insondable magia. Sus más robustas alegrías, por lo general, llevan una consigna de sacrificio y riesgo por el que pasan todos los matadores. Sería una quimera pensar en la tauromaquia como una fuente de emociones sin riesgo de dolores. En ocasiones suceden; algunas son leves, otras traumáticas y muchas más se han escrito en la historia como mortales, paradójicamente, inmortalizando a quienes han fallecido con los trastos en su poder.
Este septiembre ha sido irregularmente difícil para muchos matadores en Europa y México, desde curtidos lidiadores hasta jóvenes novilleros han sentido, sin comparación alguna, la bravura y fiereza de un toro de lidia.
Más recientemente es el caso de Juan Bautista, quien en estas mismas páginas, la semana pasada hablaba de su inminente retiro. El torero francés fue intervenido el martes pasado en la enfermería de la plaza de toros de Logroño (España) por una "cornada de 13 centímetros en el tercio medio del muslo derecho, de pronóstico menos grave", según el parte médico.
El momento del percance sobrevino en la faena de muleta al cuarto toro de la corrida. El astado, de la ganadería de Victorino Martín, echó mano al espada mientras instrumentaba un derechazo. El torero se mantuvo en el ruedo hasta dar cuenta del animal, momento en el que pasó por su propio pie a la enfermería.
El torero Paco Ureña, que el pasado viernes 14 de septiembre, sufrió en Albacete (España) una gravísima cornada en el ojo izquierdo, fue sometido el lunes a la primera exploración exhaustiva que determinó que el diestro tiene "movilidad en el ojo y en el párpado", aunque todavía no se sabe si recuperará o no la visión.
No obstante, los médicos han remarcado que hay que ser "excesivamente cautos", que lo importante es que "no ha empeorado", pero, aún así, hay que ser pacientes y esperar el transcurso de los días para ver cómo sigue la evolución del paciente.
El percance de Ureña llegó en el saludo capotero al cuarto toro de la corrida, de la ganadería de Alcurrucén, el cual le propinó un certero cabezazo a la altura del pómulo izquierdo, aunque, según algunas fotografías que circulaban por las redes y medios digitales, se puede apreciar cómo el pitón entra por debajo el ojo.
El torero se lanzó al callejón, donde fue examinado en un primer momento por los médicos de la plaza y, aunque le aconsejaron que fuera a la enfermería, Ureña, con el ojo muy inflamado, cerrado por completo y visiblemente amoratado, decidió volver al ruedo.
Al finalizar la lidia fue por su propio pie a la enfermería entre una gran ovación y fue trasladado al Hospital General de Albacete, donde fue intervenido durante cuatro horas, una operación con la que se logró salvar, al menos, el globo ocular.
Pepe Moral mantiene su mejoría después de un incidente en Nimes después de una cornada en la zona de la ingle y los testículos. También el novillero mexicano Diego San Román mejora con el paso e los días después de un percance, también en Nimes, y sufrir dos cornadas de al menos 30 centímetros de trayectoria. Otros novilleros que pasaron por la enfermería para curaciones urgentes fueron los novilleros españoles Francisco de Manuel y Daniel Barbero.
Solo queda desearles los votos de la recuperación total a todos ellos, pues saben bien y, lo sienten más que nadie, que un torero nunca se rinde.
*Con información de EFE y MundoToro
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