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LA PATRIA | MANIZALES

Esta es la historia de una mujer de Manizales, que decidió casarse con un extranjero, pero todo se convirtió en una pesadilla para ella y para sus hijos.

El matrimonio servil es una modalidad de trata de personas. El sujeto fue vinculado a un proceso por ese delito y pese a que la Fiscalía pidió la preclusión, un juzgado de la ciudad la negó.

La pareja se conoció por redes sociales y empezó una relación en agosto del 2015. La convivencia arrancó en octubre de ese año, en el barrio La Arboleda, de la capital caldense. En febrero del 2016 viajaron a España. El sujeto sabía que ella tenía dificultades con los padres (con los que vivía) y por eso la convenció de irse con él. Además de las carencias económicas. A continuación las voces de las partes.

 

La afectada

"En un comienzo hubo respeto y empatía. Era caballeroso, se preocupaba por mí, muy detallista, pero ya en España cambió de actitud, con abuso de género. Debía hacer todo lo que me pidiera y complacerlo en todos los sentidos 'porque por eso había invertido en mí'. Siempre fue despectivo conmigo y con mis hijos", narró la manizaleña.

La joven añadió que su pareja tenía celos enfermizos, le decía que era de él y la obligaba a tener relaciones porque metió mucha plata y debía recuperar la inversión. "No me dejaba usar método anticonceptivo. Era una relación marital marcada por el abuso".

El procesado

En su defensa, el procesado explicó que ella tenía cambios de conducta y carácter, a veces inesperados. "En convivencia noté que era algo extraña. Ella insistía en tener hijos". Anotó que la relación con los menores era muy buena.

 

La decisión del juez

El ente acusador indicó, al pedir la terminación del proceso, "que más que una relación disfuncional, se trata de una problemática familiar que, en principio, escapa a lo penal".

El juez expresó que pese a que los matrimonios tienen problemas, hay dichos de la víctima que advierten criterios sospechosos de discriminación machista en un contexto de violencia de género y limitación de la autonomía personal, que hacen dudar de las condiciones por las cuales la afectada se asoció y mantuvo en convivencia de matrimonio con el denunciado.

"Se aprecian serios patronos en una doble afectación. Por ejemplo, aprovechamiento de debilidades económicas y familiar, limitaciones a la movilidad mediante encierro, nula posibilidad de trato con su hijo mayor, limitaciones a la comunicación y a la libertad sexual y reproductiva, restricciones alimentarias vinculadas a la violencia física. Todo esto reclamaba una valoración más exhaustiva de la Fiscalía y un ejercicio investigativo más acabado, que no se limitara solo a la comparación de las dos versiones de los protagonistas".

Anunció que no se advierten elementos creíbles que demuestren que la mujer quisiera señalarlo como retaliación.

"Como mínimo resultan predicables elementos como la violencia intrafamiliar y la injuria, sin que lo actuado hasta el momento permita descartar algunos de esos comportamientos. La Fiscalía no analizó de manera afortunada pruebas, como detalles de las declaraciones de los menores de edad. El ente acusador privilegió, sin sustento suficiente, los dichos del señalado".

 

También los hijos

Las declaraciones de los dos hijos de la víctima (hombre y mujer) contradicen las del presunto victimario. Una indicó que tuvo que dejar de estudiar porque el padrastro los dejaba encerrados e hizo referencia a los gritos de auxilio que se escuchaban de su madre y de los celos que tenía con el otro hijo.

"Nos ubicaba en zonas separadas dentro de la casa. Uno en la pieza y otro en el baño. Si nos veía comunicándonos nos regañaba y la comida era cuando él dijera, a veces nos dejaba sin alimento. Situación de dominación que raya en la violencia y el abuso. Debíamos pedir permiso para hablar, para comer y nos amenazaba", narró la hija.

El otro adolescente contó que fue víctima de abusos que propiciaron consulta de psicología. "Cuando llegaba nos metíamos debajo de la cama por miedo a él. Era muy agresivo, nos gritaba, me ponía apodos, me regañaba por todo, cuando me despertaba, cuando me metía a bañar. Sufrí de ansiedad por la convivencia con ese señor".

Un matrimonio servil es el sometimiento laboral y/o sexual de un miembro de la pareja, generalmente del hombre sobre la mujer, aprovechándose de la vulnerabilidad de esta por encontrarse fuera de su contexto habitual, lejos de su familia, en otra ciudad u otro país. El delito da de 13 a 23 años de prisión.

Se pedirán al fiscal General de la Nación los trámites para que el Reino de España judicialice los hechos ocurridos allá.

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