Playa Larga

Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA

Rodrigo Giraldo Espitia, Martha Janeth Romero y su esposo, José, comentan cómo viven sin sus hijos y cerca al volcán.

LISET ESPINOZA

LA PATRIA | MANIZALES

La actividad naranja del volcán Nevado del Ruiz no solo afectó al sector turístico de zona alta de Villamaría. También fracturó familias, pues algunos padres se vieron obligados a separarse de sus hijos, al enviarlos con familiares o amigos (alejados de la zona de influencia del volcán), como medida preventiva ante una posible erupción.

A 3 mil 699 metros sobre el nivel del mar vive Martha Janeth Romero con su esposo, José, y cuatro de sus cinco hijos, pues la menor, de 7 años, desde hace 51 días vive en el barrio Nevado, de Manizales, donde un familiar. “Es muy duro separarse de los hijos. Nos dijeron que había que llevar a los niños a Villamaría y no me parece, los hijos deben estar con los padres porque hay mucho peligro”, dice Martha, quien labora desde hace 20 años en la finca La Cueva, ubicada en la vereda Playa Larga, más arriba del retén Centro de Visitantes La Cueva, del Parque Nacional Natural Los Nevados.

Solicitud: trabajar y tener a sus hijos

Cada mes viaja a Villamaría para enviarle a su hija $350 mil para su sustento. Ese desplazamiento le toma dos horas y media por carretera destapada y le cuesta $50 mil, ida y vuelta. Pero si viaja con su esposo, el costo aumenta a $100 mil. “El lechero es el que nos lleva. Eso es mucha plata y en nada nos ayuda el Estado. A mí por lo menos no me han dado ni siquiera una libra de arroz ni de panela. Dicen que dejemos todo, que nos vayamos para el pueblo, pero un arriendo barato no se baja de $600 mil y el mercado está caro, no alcanza”.

Según Jesús, esposo de Martha, nadie ha ido a visitarlos a la finca en que trabajan. “Los mismos trabajadores nos dijeron que sacáramos a la niña. Aquí nadie ha venido, solo ustedes (LA PATRIA). Con Martha estaba en el cable de Villamaría hablando sobre lo de evacuar y se nos acercó una muchacha de la Gobernación y nos anotó para que nos dieran un mercadito y nada. Tampoco nos han censado”, comentó.

Están a siete kilómetros en línea recta al volcán y por ahora solo han sentido uno que otro temblor, pero nada que los alarme al punto de salir corriendo. "Vivimos acá al frente y gracias a Dios no ha pasado nada, ni va a pasar. Solo el Señor sabe. Lo único que pedimos es que nos dejen traer a nuestros hijos y que dejen trabajar al campesino porque si nosotros no trabajamos quién va llevar la comida para el pueblo. Aquí somos aproximadamente 15 trabajadores y la única ayuda que tenemos es la del patrón que nos da el trabajo”, comentó Martha.

Añadió que fue a la Alcaldía de Villamaría para acceder a un mercado y que obtuvo como respuesta que debía esperar. Por ahora sus días transcurren en medio del quehacer del hogar y del ordeño. A las 2:00 a.m. se levanta para ordeñar 24 vacas y alista las cantinas, a las 7:00 a.m., para que el lechero pase por ellas a las 8:00 a.m.

Playa Larga

Martha Janeth, parada en la puerta de su casa, añade que en la zona no hay señal de telefonía celular.

Sin sus nietos

Para llegar a La Cueva se transita la extensa zona rural de Villamaría. Se pasa por Papayal, Barro Azul, El Nido del Cóndor, Tres Esquinas, La Quinta, Los Alpes y Playa Larga. En ninguno de estos puntos hay señal, por lo que al igual que Martha, Rodrigo Giraldo Espitia debe movilizarse hasta Villamaría para poder ver a sus nietos, de 3 y 6 años.

Es el contador de La Cueva y hasta el momento están tranquilos con el volcán, no han sentido caída de ceniza y aunque escucha que brindarán ayudas, a él no ha llegado ninguna. “A mi familia la tengo en Villamaría y no nos han dado nada. Tengo la custodia de mis nietos, pero por la emergencia del volcán mi esposa se fue con ellos para la casa de un familiar. Bajo cada mes a visitarlos y aquí todo es lo mismo", anotó Rodrigo, quien es oriundo de Murillo (Tolima), pero desde hace 40 años vive en esta zona de Caldas.

Al preguntarle si piensa en mandar por su familia, respondió que esperará unos días para saber qué pasa. “Llevamos un mes separados, pero mis nietos están bien en Villamaría y estudiando”. Agregó que antes de la emergencia sus nietos recibían clase en la escuela rural Londoño Jaramillo, ubicada en la vereda Planes.

Desde Desarrollo Social

LA PATRIA intentó comunicarse con Juanita Espeleta Noreña, secretaria de Integración y Desarrollo Social de Caldas, para conocer qué trabajo hacen con estas familias, pero no se logró tener comunicación. No obstante, en un comunicado, manifestó que un compromiso adquirido desde el Gobierno de Caldas es revisar los paquetes alimenticios y de aseo que llegan a las familias con el objetivo de garantizar la entrega oportuna y seguir entregando telefónicamente y presencial un apoyo psicosocial para salvaguardar los lazos familiares.

Trabajo de padres y capacitación

El psicólogo José Fernando Vélez Trejos, especialista en psicología clínica con énfasis en niños y adolescentes, explicó que independientemente de la edad que tenga el menor, los padres deben explicarles con claridad y con las palabras adecuadas, según la edad del niño, el motivo de la separación. "Si le cuento en sus palabras lo que pasa con el volcán, que la separación es momentánea, que no será prolongada, que no perderá ni a su papá ni a su mamá y que se verán eventualmente, no habrá ningún trauma. Este ejercicio es obligatorio de los padres", enfatizó el también magíster en Educación y Docencia y profesor de la Universidad de Manizales.

Agregó que al tratarse de campesinos, que no cuentan con un nivel intelectual avanzado, el Estado debe intervenir con sus instituciones para capacitarlos. "No es el psicólogo de la Alcaldía o del colegio el que tiene qué contarle a los niños que el papá y la mamá se desprenderán de ellos por un tiempo, porque hay una probabilidad de que el volcán haga erupción. Esto es trabajo de los padres y por eso deben ser capacitados".

Rodrigo Giraldo

Rodrigo Giraldo comenta que no sienten miedo por vivir cerca al volcán.

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