
Foto | Cortesía Vatican News
Conozca el paso a paso de cómo se elegirá al nuevo papa en el Vaticano.
La elección de un nuevo papa es uno de los procesos más solemnes, herméticos y simbólicos de la Iglesia Católica. Con el fallecimiento del pontífice, se activa una antigua liturgia institucional que garantiza la continuidad del liderazgo espiritual de más de 1.390 millones de católicos en todo el mundo. Este procedimiento, conocido como cónclave, tiene lugar en la Capilla Sixtina del Vaticano y está cargado de historia, secreto y tradición.
Un vacío sin “segundo al mando”
Aunque resulte sorprendente, el Vaticano no cuenta con una figura formal de “segundo al mando”. Sin embargo, el proceso está diseñado para funcionar con precisión. El primer paso es la certificación oficial de la muerte del papa, responsabilidad del camarlengo, actualmente el cardenal Kevin Farrell.
Esta figura clave de la Santa Sede también tiene la función de destruir el anillo del pescador, que simboliza la unión del pontífice con San Pedro, y que, junto a una bulla (colgante papal), servía para sellar documentos oficiales.
Ambos objetos son destruidos a martillazos, en presencia de cardenales, para evitar la posible falsificación de decretos papales tras el fallecimiento del pontífice.
Convocatoria al cónclave
Una vez certificada la muerte, se convoca al Colegio Cardenalicio, compuesto por aproximadamente 138 cardenales electores —excluyendo a quienes superan los 80 años—. El encuentro debe celebrarse en un máximo de 15 días, aunque el plazo puede extenderse cinco días adicionales. La sede permanente del cónclave, desde 1878, es la Capilla Sixtina, un lugar cargado de espiritualidad y arte, custodiado por un férreo protocolo de seguridad.
Los cardenales se aíslan del mundo exterior. No tienen acceso a teléfonos, internet, medios de comunicación ni contacto con el exterior. Toda filtración puede ser castigada con excomunión automática (latae sententiae).
“Extra omnes”: comienza el encierro
Previo al encierro, se celebra la misa Pro Eligendo Pontífice, tras la cual se emite la orden "Extra omnes!" (¡Todos fuera!), momento en el cual los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina. Allí, juramentan mantener en secreto todo lo que ocurra dentro del recinto.
Se elige al azar a nueve cardenales con funciones específicas: tres actúan como fiscales, supervisando el proceso; tres recogen los sufragios y tres los revisan. El resto permanece en reflexión, oración y deliberación.
La elección y las votaciones
El proceso contempla hasta cuatro votaciones por día, dos en la mañana y dos en la tarde. Cada cardenal escribe en una papeleta el nombre de su elegido con caligrafía distorsionada para evitar su identificación. Frente al altar mayor pronuncia:
“Pongo por testigo a Cristo el Señor, que será mi juez, para que mi voto sea dado a aquel que ante Dios creo que debe ser elegido”.
Para que un candidato sea elegido papa, debe obtener al menos dos tercios de los votos. Si tras 33 votaciones no se logra el consenso, desde la 34ª votación sólo se consideran los dos candidatos más votados.
Señal al mundo: fumata negra o blanca
Después de cada ronda de votación, las papeletas se queman. Si ningún candidato ha sido elegido, el humo que emerge de la chimenea es negro (fumata nera). Cuando finalmente se alcanza el consenso, el humo es blanco (fumata bianca), indicando que hay nuevo papa.
Antiguamente, las papeletas se quemaban con paja húmeda para generar el humo oscuro. Hoy, se utilizan productos químicos que aseguran una clara diferenciación entre los colores.
El nuevo papa y la “Sala de las Lágrimas”
El cardenal decano o el camarlengo pregunta al elegido si acepta la responsabilidad. Si responde afirmativamente, debe elegir el nombre papal con el que será reconocido durante su pontificado.
Luego, se dirige a la llamada “Sala de las Lágrimas”, contigua a la Capilla Sixtina, donde se le entrega una de las tres túnicas blancas preparadas (en tallas pequeña, mediana y grande) y las tradicionales zapatillas rojas.
Minutos después, es presentado ante el mundo desde el balcón de la Basílica de San Pedro, con las palabras:
“Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!” (¡Les anuncio una gran alegría: Tenemos papa!).
Allí se revela su nombre de pila y el nuevo nombre pontificio, dando inicio oficial a su pontificado.
Curiosidades e intimidades históricas de los cónclaves
* La palabra "cónclave" proviene del latín "cum clave", que significa "con llave", ya que los cardenales se encierran con llave durante el proceso de elección.
* Durante el cónclave, los cardenales se hospedan en la Casa Santa Marta, una residencia tipo hotel construida en 1996 en el Vaticano con 131 habitaciones, un comedor y salas de estar.
* Antes de que se construyera Casa Santa Marta (en 1996), los cardenales dormían en catres en pequeñas habitaciones junto a la Capilla Sixtina.
* La Casa Santa Marta es de cinco pisos y está ubicada a pocos pasos de la Basílica de San Pedro.
* El primer cónclave se celebró en 1271, después de la muerte del papa Clemente IV.
* El cónclave más largo de la historia fue el de 1268-1271, que duró casi tres años.
* Los cardenales electores juran mantener el secreto sobre el proceso de elección y no revelar información sobre las votaciones.
* Los cardenales electores se aíslan del mundo exterior durante el cónclave para evitar influencias externas.
* Los cardenales electores deben tener menos de 80 años para participar en el cónclave.
* Los cardenales electores provienen de diferentes partes del mundo, lo que refleja la diversidad de la Iglesia Católica.
* El candidato debe obtener una mayoría de dos tercios de los votos para ser elegido papa.
* La fumata negra indica que hay que esperar para conocer al nuevo papa
* La última vez que se eligió alguien por fuera del colegio cardenalicio fue en 1378 cuando desde el cónclave en Roma convocaron al arzobispo de Bari, Bartolomeo Prignano. Antes había sido monje y finalmente fue el papa Urbano VI.
* San Pedro, el primer papa, fue un hombre casado (o quizás viudo), así se desprende de un episodio narrado en los Evangelios en el que Jesucristo sanó a su suegra.
* En dos mil años de historia eclesiástica, ningún otro pontífice volvió a tomar el nombre de Pedro.
Con Información de Vatican News y La Nación, de Argentina.