EFE | LA PATRIA | RÍO DE JANEIRO
El expresidente brasileño Michel Temer (2016-2018) fue puesto en libertad ayer tras pasar cuatro noches en prisión preventiva bajo la sospecha de ser el "líder" de una organización criminal que incurrió en delitos de corrupción durante los últimos 40 años.
Temer, de 78 años, se vio favorecido por la inesperada decisión unilateral del juez de segunda instancia Antonio Iván Athié, quien alegó que la prisión preventiva decretada el jueves contra el exmandatario se basó en "suposiciones de hechos antiguos, apoyadas en afirmaciones" de la Fiscalía.
El magistrado, del Tribunal Regional Federal de la 2 Región, con sede en Río de Janeiro, se pronunció antes de que esa misma corte lo hiciera de forma colegiada en una sesión marcada para el miércoles de esta semana en la que iba a analizar un "habeas corpus" interpuesto por la defensa del exmandatario.
Además, Athié concedió la libertad al exministro Wellington Moreira Franco, un importante aliado de Temer en el partido Movimiento Democrático Brasileño (MDB), así como a otros cinco detenidos en el mismo operativo en el que fue capturado Temer, en un caso relacionado con la operación anticorrupción Lava Jato.
Entre ellos figura el coronel de la reserva Joao Baptista Lima Filho, amigo personal del expresidente y apuntado como su principal testaferro.
"Aunque se admita que existen indicios que pueden incriminar a los implicados, estos no sirven para justificar la prisión preventiva" porque son "antiguos" y además "no está demostrado" que los sospechosos "atenten contra el orden público", "oculten pruebas", u "obstaculicen" las investigaciones, aseguró el juez.
Temer afronta 10 investigaciones relacionadas con asuntos de corrupción y permanecía recluido desde la tarde del jueves en una sala "especial" de la Superintendencia Regional de la Policía Federal de Río de Janeiro, en la zona portuaria de la capital fluminense.
Su arresto tuvo lugar en Sao Paulo, cerca de su casa, y fue decretado por el juez de primera instancia Marcelo Bretas, encargado en Río de los desdoblamientos de la operación Lava Jato, que destapó hace cinco años un enorme escándalo de desvíos de la estatal Petrobras.
En este caso, la Fiscalía lo acusó de beneficiarse de los sobornos pagados por la constructora Engevix, a cambio de favorecer a esta en contratos con la estatal Eletronuclear, y de ser el "líder" de una organización criminal, aún activa y dedicada a la corrupción, que desvió en 40 años cerca de 500 millones de dólares de recursos públicos.
Temer, quien llegó a la Presidencia tras la destitución a mediados del 2016 de Dilma Rousseff, fue denunciado formalmente tres veces durante su mandato, pero el Congreso, encargado entonces de avalar o no la apertura de un juicio penal, rechazó los cargos gracias a su sólida base de apoyo parlamentaria.
Pese a ello, las investigaciones no se detuvieron y pasaron a tribunales de primera instancia una vez abandonó el poder y puso fin a más de tres décadas de vida política en los que fue ascendiendo entre bastidores hasta convertirse en jefe de Estado.
Repite la historia de Lula
Temer, quien el 1 de enero le entregó la banda presidencial al ultraderechista Jair Bolsonaro, se convirtió así en el segundo presidente de la historia reciente de Brasil en pisar la prisión, tras Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).
Sin embargo, la situación de ambos es diferente. Mientras que Lula solo entró en prisión una vez fue condenado en segunda instancia a 12 años de cárcel por corrupción pasiva y blanqueo de capitales, Temer lo hizo de forma preventiva y sin aún ser imputado formalmente en ningún proceso, aunque sí denunciado.
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