Parque principal de Villamaría

Señor director:

El parque principal de Villamaría parece una galería, similar a la carrera 23 de Manizales. Según la definición en google de la RAE, parque es: Terreno destinado en el interior de una población a prados, jardines y arbolado, con ornamentos diversos para esparcimiento de sus habitantes. Nosotros coloquialmente lo definimos como, “la sala de recibo de un pueblo”, y doy fe, que hasta hace algunos años, nuestro parque principal cumplía a cabalidad con esa definición.

Hace más de una década el nuevo diseño del parque nos transportó a un escenario amplio, moderno y funcional, acorde con la mutación de pueblo a ciudad intermedia, y eso lo aplaudimos; sin embargo, esas mismas áreas espaciosas trajeron un problema, y fue la invasión del espacio público, que se fue extendiendo silenciosa pero abrumadoramente, bajo la mirada laxa, sesgada y complaciente del sector oficial. Con el nuevo parque se “legalizó” a comerciantes, que hacía algunos años usufructuaban esa área, en una cantidad razonable de negocios, con sus casetas estéticamente construidas y decoradas, dispuestas para que sirvieran de tertuliadero a propios y visitantes. Pero paralelamente otra realidad se vivió con algunos informales, que hábilmente se fueron estableciendo, y apropiando de sectores estratégicos, con la patente de corso otorgada por funcionarios, que optaron por desconocer el naciente problema a cambio de réditos electorales.

Muchas de las zonas verdes están deterioradas, son auténticos y deplorables peladeros, originados en la incultura ciudadana, y a la ausencia de protección de esos espacios, que desde su diseño inicial quedaron expuestos al público, y que además en reiteradas ocasiones son utilizados para que las mascotas hagan sus necesidades, sin que el dueño muchas veces recoja los excrementos. El olor con el sol a veces es tan insoportable, como el de la misma marihuana de los ocasionales consumidores. Otro factor perturbador es ver niños, quienes bajo la mirada permisiva y complaciente de sus mayores, tratan mal el ornato, las esculturas y el equipamiento del parque, en una fehaciente muestra de incultura y ausencia de respeto y empoderamiento por lo público. Ah, y pobre de usted si se atreve a llamarles cordialmente la atención, siendo afortunado solo se gana un madrazo por metido.

Algo más que parece no tener voluntad de solución, es la alta densidad poblacional de palomas, cohabitando en zonas donde se expenden alimentos, representando una grave amenaza para la salud de nuestra población, por la transmisión de enfermedades, la contaminación ambiental y el deterioro de la infraestructura. Debería estudiarse la total peatonalización del parque, para descongestionarlo de decenas de vehículos y motos. Además es urgente organizar el comercio formal e informal de ese espacio. Es bueno aclarar para evitar las tergiversaciones ponzoñosas, que no es un acoso gratuito contra el comercio informal, por el contrario, solo hay admiración por su incansable lucha, pero cada cosa en su lugar, y como dice el aforismo popular, dura lex, sed lex. El parque es espacio público y no puede canjearse bajo ningún aspecto. Somos parte activa del Paisaje Cultural Cafetero y de la Ruta del Cóndor, como para vender esa desoladora imagen.

Rubén Darío Zuluaga Ramírez

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