Caos e incertidumbre
Señor director:

La convivencia social nos hace gregarios y cada uno aporta de acuerdo a sus capacidades, expectativas y propósitos de vida. Se realizan acciones que nos permiten evolucionar culturalmente, que si no se ejecutan con idoneidad significa menoscabar el desarrollo normal de la cotidianidad, apareciendo el desorden, el que a su vez potencia el caos que es la anarquía en su máxima expresión.
El sabio belga Ilya Prigoguin en su obra “El orden nació del caos”, ilustra diciendo: “No hay que creer que las teorías científicas son las leyes ocultas del universo y que son simplemente reveladas por los investigadores al azar de sus descubrimientos”. No resulta fácil comprender el texto de Prigoguin, tampoco inferir que las teorías explicativas de la fenomenología del funcionamiento de las leyes sociales resultan fáciles; mientras se van derrumbando los paradigmas que nos han sostenido por largos períodos de tiempo, con sustento en que se les da crédito por el hecho de venir en el arraigo de las tradiciones y costumbres que han ido cediendo ante el pensamiento de generaciones nuevas, que se atreven a pensar, contradecir y argumentar, haciendo colapsar lo que se ha interiorizado por la tradición religiosa o el pensamiento político.
Viene entonces la incertidumbre, que es un fenómeno existencial con pocas reflexiones en los entornos académico-científicos. También los doctos en química argumentan con las leyes de la entropía ese desorden molecular que se refleja en el ser humano y de alguna manera inmerso en sus funciones como ser. Decir que es el destino el que nos depara momentos difíciles, no es descabellado. Lo que se hace deteriorando el planeta nos dice que el futuro ya no es incierto, son predecibles las consecuencias, no se necesita ser un gurú para aseverar que retrocedemos en las costumbres que deterioran el tejido social.
Una confusión general se apodera de las sociedades en distintos lugares del planeta, lo que alimenta el caos concomitante con la anarquía de los pueblos. Diferencias políticas y religiosas profundas, son prueba fehaciente de que está en entredicho pervivir en convivencia, los lenguajes no tienen puntos de convergencia y aparece el escenario propicio para la incertidumbre; es decir, no saber el rumbo de las sociedades. Los acontecimientos y acciones consuetudinarias se alimentan de las ideas o pensamientos de seudo líderes ansiosos de un bienestar y protagonismo particular a costa de los pueblos, que sumidos en la pobreza nada pueden hacer para rectificar, en un camino plagado de dificultades e incomprensiones.
El principio de incertidumbre de Heisemberg nos ilustra para darle sustento en la compleja física cuántica a los fenómenos de la materia y que en términos comprensibles expresa: “Nunca se pueden determinar simultáneamente la posición y velocidad exactas de un objeto”, y, aplica para la crítica literaria o conceptos deportivos. La complejidad de estas teorías no hace desertar a las comunidades científicas para pensarlas, socializarlas e insistir en las discusiones y disertaciones académicas que las hacen permanecer culturalmente.
Rigoberto Escudero Osorio

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