El patrono de los teólogos
Señor director:

A lo largo del quinquenio 1974-1978, cuando ejercí el cargo de vicario cooperador en la parroquia de La Inmaculada de Salamina, me fascinó un cuadro a todo color, bien enmarcado, que adornaba la sala de la casa cural y que después pasó a la pared de un pasillo de la casa. La última vez que lo vi, de eso hace aproximadamente año y medio, me pareció algo deteriorado por el paso del tiempo. No es una pintura original sino una litografía, en la que se alcanza a ver, en el ángulo inferior derecho, una palabra escrita, el apellido del artista.
La escena representada es la de Jesús en el Templo de Jerusalén, en medio de los doctores (Lc. 2, 41-52). El adolescente o preadolescente Jesús no está sentado -como anota el evangelista San Lucas- sino que se muestra de pie. Con los doctores o maestros de la Ley, escribas, letrados o juristas, aparece también el sumo sacerdote, ricamente revestido, tocado con suntuosa mitra y llevando el efod sobre el pecho, una prenda que según entiendo guardaba los “urim” y “tumim” (que eran algo así como dados para echar suertes y conocer de este modo la voluntad de Dios).
Narra San Lucas que el jovencito escuchaba a los doctores y les hacía preguntas, y que cuantos lo oían quedaban pasmados de su inteligencia y de la sabiduría de sus respuestas. El cuadro muestra, medio cubiertos por una cortina, medio escondidos, a María y a José, que presencian, admirados, la escena.
Tal es la pintura que llamaba mi atención durante ese quinquenio inolvidable. Años después, ya en este siglo XXI, cuando la contemplé de nuevo con motivo de una ida a la colina de Encimadas, la “bauticé” El Patrono de los teólogos. Como quien dice, mayor que los Santos Padres, mayor que Santo Tomás de Aquino.
“La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón” (Lc. 11, 31).
Nota: El doctor Google exhibe varias obras pictóricas sobre el tema, pero entre ellas no se halla la que comento, que es la más bella, sin duda alguna.
Jaime Pinzón M., presbítero

¡Desapareció La bailarina!
Señor director:

¿Dónde está la bailarina equilibrista de la Escuela de Bellas Artes? Solo supimos que la descolgaron un día para hacerle mantenimiento, al parecer por lo que se denomina “fatiga del metal”, pero no más. Todo el mundo calladito como siempre y mientras tanto siguen en la entrada al Palacio muy erguidas las columnas que sostenían la figura.
Si está en refacción vaya y venga, pero si la retiraron del todo, que alguien diga la última palabra.
Bernardo Molina Marulanda

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