El bicentenario de Salamina
Señor director:
Cumplir dos siglos no es un asunto menor para el espíritu y la cotidianidad de un pueblo que estableció marcas, como se diría en el lenguaje coloquial, para ser distinguido en algún momento de su historia como “Ciudad Luz”, por sus brillantes hombres y mujeres de pensamiento y arte y luego como “Patrimonio Nacional”, por su atractivo paisaje urbano de calles empinadas en una montaña, con originales casas de bahareque y guadua y, otras coloniales, de portones señoriales y balcones engalanados con jardineras fijas y colgantes, donde coloridas y variadas flores hacen su danza, movidas por los acariciantes vientos del trópico.
Es explicable que las autoridades, en cabeza y liderazgo de su actual alcalde, abogado Manuel Fermín Giraldo Gutiérrez, hayan constituido, con suficiente anticipación, una notable y patriótica junta para que tal efemérides que se celebrará el 8 de junio próximo sea una oportunidad para mostrarse con un selecto y trascendente programa ante los ojos no solo de su propia y distinguida población, sino también de Caldas y del país.
Recuerdo que si bien el Sesquicentenario, fecha y celebración antecedente obvia a la que aquí nos ocupa, tuvo aciertos en su acontecer, también tuvo notables desaciertos que la ensombrecieron y a nadie más responsabilizar de ello, claro está, que al alcalde de entonces y a las demás autoridades del municipio que lo secundaron y que no tuvieron el alcance de ponerse a la altura de lo que significaba un cumpleaños histórico-social como el aludido, aunque quizás de menor importancia que el del bicentenario.
Esta nueva fecha, ya bastante próxima, ¡es un gran desafío para las actuales autoridades municipales!, que dotadas, se supone, de gran visión y talento, deben estar dispuestas a demostrar con este valioso acontecimiento y su normal ejercicio de autoridad, por qué el pueblo decidió elegirlos en su momento y confiarles su periódico destino. Es también esperable que tan distinguida fecha propicie un verdadero encuentro de reflexión y disfrute con la historia, la cultura, el arte y la sociabilidad y afecto legítimo por el terruño y que no se convierta en un espectáculo carnavalesco de ramplonería, vicio e inoportuno mal gusto o también de insana politiquería.
Por ello está bien el emprendimiento que se ha tenido de asumir varias obras, con fondos asignados por el Gobierno nacional, el departamental y quizás otros que no conocemos, como la restauración del teatro, la pavimentación del parque de San Félix, la iluminación del estadio y varias más de orden material, desde luego muy necesarias para el desarrollo de la ciudad, pero mal si no se da similar importancia y relevancia a hechos de la cultura que fueron los que más significado tuvieron cuando la misma, reiteramos, es declarada primero “Ciudad Luz” de Caldas y Colombia y luego “Patrimonio nacional” y que hoy lamentablemente son perceptibles en notable olvido y deterioro.
Señalo en un denso poema al final de la obra “Salamina Bicentenaria. Salamina, Ciudad Luz, Paisaje, Gente y Poesía” que busca camino sin mucho eco aún para que sea publicada y distribuida con ocasión de la célebre fecha, obra cuyos derechos sin costo cedo y que ojalá se haga realidad, ya que no es un favor, sino un homenaje generoso a la historia de la poesía salamineña, al paisaje y a la gente, como el título lo indica. Dice en su final el poema:
Grandes lecciones quedan
que legaron los ancestros,
en todas las manos queda
la salamineñidad noble,
inteligente y creativa,
el futuro desafiante
y ante ello, el Bicentenario,
más que una fiesta
debe ser un propósito,
una decisión de seguir
construyendo hacia el futuro
la mejor patria y dicha
que todos merecemos.
Arnobio Maya Betancourt, licenciado en Ciencias Sociales y Económicas, psicólogo organizacional, exfuncionario y asesor de la UNESCO en Centroamérica, escritor y periodista cultural.
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