Viví 17 años en Bogotá y cada vez que llegaba la etapa electoral repetía lo mismo: voto por el candidato que prometa metro. Me parecía (y me sigue pareciendo) una infamia que una conurbación de 11 millones de personas careciera de un sistema de transporte público digno, rápido y eficiente. El metro de Buenos Aires, en Argentina, ya cumplió 105 años.
Pero ahora vivo en Manizales y me dan ganas de decir: voto por el candidato que prometa sistema integrado de transporte. Me dan ganas pero me las aguanto, porque de pronto me queda el voto comprometido con personas que prometen cosas que no van a cumplir, y porque en todo caso nunca he votado ni pienso hacerlo por aspirantes del Centro Democrático ni por candidatos apoyados por Mario Castaño. Para esta elección la tengo fácil porque como dice el dicho “Dios los hace y ellos se juntan”. En octubre los dos van juntos así que descarto dos pájaros de un tiro.
Pero de lo que quiero hablar es del sistema integrado de transporte, así que retomemos. Viajar sirve no solo para descansar, sino también para darse cuenta de las cosas que funcionan bien en la cuidad de uno y las que pueden mejorar. Del transporte de Manizales me gusta que las busetas normalmente no tienen sobrecupo; que los taxistas, a diferencia de Bogotá, casi nunca dicen “por allá no voy”; que el paisaje desde el cable aéreo a Villamaría es bellísimo a cualquier hora; que se puede caminar con tranquilidad, y que acá no hay trancones de verdad, aunque algunos se empeñen en llamar trancón a un embotellamiento de tres minutos.
Entre lo que no me gusta, junto con las chimeneas de humo y la falta de control, está que no tengamos un sistema integrado de transporte público. El transporte es algo que todos usamos a diario y es quizás uno de los sectores que más puede contribuir a la inclusión y a cerrar brechas sociales. Cuando alguien no tiene para el bus queda encerrado, excluido. No siempre es posible llegar a pie. Acá la buseta vale $2.050 pero como las monedas de 50 escasean entonces vale $2.100. Multiplique por cada trayecto y multiplique por el número de miembros de una familia. Después de vivienda y alimentación, el de transporte es el rubro que más gasto exige para los hogares manizaleños, según el DANE.
Hay quienes se quejan de la proliferación de motos y carros y algunos consideran que las medidas prohibicionistas son la panacea: más pico y placa, por ejemplo. En Nueva York, donde es tan fácil comprar carro, mucha gente no tiene y muchos otros no lo usan porque es mejor desplazarse en metro: más rápido, más barato y llega a todas partes. Cuando la gente tiene alternativas siempre opta por la que mejor satisface sus necesidades. Las motos seguirán proliferando mientras no aparezca otra opción de transporte económico y rápido a cualquier punto de la ciudad.
Un sistema integrado de transporte es una red que articula distintas modalidades en un único tiquete y con tarifas diferenciadas: que usted con una tarjeta, por ejemplo, y sin tener que entregarle plata al conductor, pueda viajar en bus, en cable, en bicicleta pública, en tranvía, en metro o en buses alimentadores y pueda hacer transbordos sin pagar más. Un sistema que ofrezca la posibilidad de comprar de una vez los tiquetes de la semana o el mes y que le dé descuentos a poblaciones especiales como personas de la tercera edad, estudiantes, o quienes tienen Sisbén.
En Medellín el tranvía recorre barrios tan faldudos como los de Manizales; en Ciudad de México el transporte tiene tarifas diferenciales para los mayores de 60 años; en Barcelona, París y Río las bicicletas públicas son un componente clave y creciente del servicio público y en muchas ciudades las terminales aéreas y terrestres están integradas de tal manera que quien se baja de un avión puede tomar en el mismo sitio un bus hasta su destino final.
Ojalá los próximos mandatarios no tengan intereses personales, compromisos particulares ni alianzas con las empresas transportadoras a ver si acá, por fin, podemos desarrollar un transporte público integrado que nos beneficie a todos. Necesitamos una política pública de transporte que integre y cierre brechas; no que proteja los negocios de unos cuantos.
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