El guayacán que sembramos en el jardín de la casa, por edad, debería comenzar a florecer el año entrante. Por mucho tiempo imaginé sus flores amarillas. Me parecen un regalo de luz en medio del verde de las montañas o el gris de la ciudad. Como cuando florece el que queda por el sector de El Triángulo o esos que crecen en medio de los cafetales de Chinchiná.
Ver ese árbol florecido, sin embargo, parece que no será posible. No porque ya no vivamos en esa casa o en esa ciudad; el guayacán lo dejamos ahí como regalo al paisaje. Es porque ordenaron talarlo. No porque sea una amenaza a cimientos o tuberías, sino porque al parecer a los vecinos les molesta que algunas de sus hojas caigan al suelo.
No sé si sean los del lado, que nunca se habían quejado por ello. O los de atrás, que construyeron sus casas de manera irregular a la norma. Los mismos que podían ver directamente a la ventana del baño y que, gracias al follaje del guayacán, quedaron con esta vista bloqueada.
Si lo cortan, lástima. Será otro “sujeto arbóreo”, como fríamente los llaman desde la administración municipal, que cae en Manizales. Porque en nuestra ciudad se empecinaron en tumbar árboles y reemplazarlos con materos grises y flores ornamentales.
Las autoridades locales aseguran que han sembrado cientos de árboles. Unos 12 mil, según la Secretaría de Ambiente. Sin embargo, basta leer el informe de Colombiacheck (https://bit.ly/2KOmvqP) para darse cuenta de que la cifra es mentirosa, que lo que se ha sembrado se ha hecho a la ligera y no se le hace seguimiento a dónde y cómo se encuentran estas plantas.
Además, la Alcaldía no invierte en arborización. “En la respuesta al derecho de petición, la Secretaría de Ambiente reconoce que no gastó un peso en compra de semillas o árboles para la reforestación ni en la logística para tal actividad”, registra la investigación de LA PATRIA y Colombiacheck. Todo fueron donaciones, pero - eso sí - se llevaron el crédito.
Olvidan que es importante hacer corredores arborizados para que las diferentes especies animales locales se puedan desplazar de un lado a otro: de Río Blanco a La Francia, de Monteleón al Cerro Sancancio. Son las avenidas de los pájaros, como alguna vez lo dijo en estas páginas la abogada ambientalista Gloria Beatriz Salazar.
Sin embargo, en la administración del alcalde José Octavio Cardona se le ha dado preferencia al concreto y poco a los árboles y las especies que necesitan de ellos. Nosotros incluidos. Prueba de esto es que, en vez de invertir en corredores ambientales, gastaron $300 millones en unas esculturas de aves para embellecer la ciudad. "Nos estamos proyectando como una ciudad importante de avistamiento de aves nacional e internacional", dijo el secretario de Obras Públicas, César Alberto Gutiérrez.
Si no cuidamos nuestros recursos naturales (como la reserva Río Blanco) y no arborizamos de manera consciente y planeada, los únicos pájaros que nos quedarán serán esas esculturas de resina y barniz. Luego vendrán los árboles plásticos que se iluminan en la noche con luces multicolores y que no sueltan hojas al suelo, como el guayacán amarillo que caerá en los próximos días y del que he visto diferentes tipos de aves y una que otra zarigüeya colgarse de sus ramas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015