LA PATRIA le cambió el nombre a la campeona cucuteña de tenis María Camila Osorio: le puso por nombre ‘Salud’. Así quedó escrito para siempre en la primera página de la edición del 9 de septiembre de 2019: “¡Salud campeona!”. Este trastrueque, por la eliminación de la ‘coma’ del vocativo, que es -tomen nota- obligatoria. ¡Salud, campeona! ¿Ven la diferencia?
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¿Qué tienen en común los sustantivos ‘conservatorio, laboratorio, refectorio, consultorio, oratorio, locutorio, purgatorio’? Que todos son lugares en los que se realiza alguna actividad, pues comparten la desinencia ‘-torio’, que les da ese significado. Con frecuencia, y con distintos fines, se realiza lo que actualmente llaman ‘conversatorios’, término que asentaban los diccionarios. De ejemplo, esta información de ‘Supimos que…’: “El jueves (…) se llevará a cabo el conversatorio ambiental…” (LA PATRIA, 3/9/2019). Con ese término, sus organizadores quieren decir que los participantes ‘conversarán’ sobre el tema programado, idea que expresa la palabra castiza ‘parlamento’ (“reunión, sesión en que se parlamenta”). ‘Parlamentar’, por si acaso no lo sabe, significa “hablar o conversar con otra u otras personas”, que es justamente de lo que se trata, y que debería reemplazar al término ‘conversatorio’, que, si fuese castizo, sería sinónimo de ‘locutorio’ y ‘parlatorio’, lugares destinados al diálogo. También ‘charla’, aunque su significado primario es el de “disertación oral ante un público, sin solemnidad ni excesivas preocupaciones formales” -como las que dictaba don Rafael Arango Villegas en el Teatro Manizales-, es además la acción de charlar, a saber, ‘conversar, platicar’. Para mi gusto, el reemplazo de ‘conversatorio’ podría ser ‘tertulia’, de la cual afirma Corominas: “Cierta parte del teatro, hacia 1639; ‘reunión de gente para discutir o conversar’, 1739”. De ahí, el verbo tertuliar’ (‘estar de tertulia, conversar’) y ‘tertuliano-a’, el nombre de quienes asisten a una ‘tertulia’. ¿Habrá alguno que esté de acuerdo?
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Si la señora Florence Thomas hubiese consultado un diccionario, no habría escrito lo siguiente, aludiendo al adverbio de duda ‘quizás’: “…y estoy casi segura de que ‘quizás’ nació de ‘qui sait’ (francés), pues se pronuncia casi igual” (El Tiempo, 4/8/2019). No, señora, este adverbio viene remotamente del latín ‘quis sapit’ (‘quién sabe’), que los paisanos convirtieron en ‘quizab’, luego en ‘quizabe’, para quedar finalmente en ‘quizá’, al que después le agregaron la ‘ese’, como en el “quizás, quizás, quizás” del ciego que se le voló a la condescendiente y blandengue JEP.
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En nuestro léxico no existe el vocablo ‘llema’, empleado por el columnista Fernando-Alonso Ramírez en esta frase: “…que cuando escribe opinión tiene la ironía en la llema de los dedos” (LA PATRIA, Hablemos de libros, 7/9/2019). Estoy convencido de que se trató de un ‘lapsus machinae’, pero así lo escribió, pasó así por los filtros y así quedó en el papel. ‘Yema’ sí es castellano, y él lo sabe muy bien. Es un término que procede del latín ‘gemma-ae’ (‘piedra preciosa, alhaja, joya; la yema de las vides, botón de vegetal’) y significa “brote embrionario de los vegetales constituido por hojas o por esbozos foliares a modo de botón escamoso del que se desarrollarán ramas, hojas y flores. (…). Parte mejor de una cosa”. Y se le dice ‘yema del dedo’ a su parte carnosa opuesta a la uña, a la que alude el escritor.
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Y así redactó el padre Gonzalo Gallo: “Si disfrutas unas buenas relaciones con otros, tiene cuatro veces más posibilidades de estar bien consigo mismo” (LA PATRIA, Oasis, 8/9/2019). La falta de concordancia es evidentísima: comienza con el tratamiento de ‘tú’ y termina con el de ‘usted’. “Si disfrutas… tienes cuatro veces… bien contigo mismo”, así, castizamente. Elemental, muy elemental. Un día antes escribió: “París prevée plantar cerca de 20.000 nuevos árboles…”. Error de dos ‘yemas’ en una sola palabra: si existiese el verbo ‘preveer’, esa inflexión no llevaría tilde, como ‘provee’, pues es palabra grave terminada en vocal; ‘prevé’, sí, la indicada, por ser palabra aguda terminada en vocal. ¡Palabra!
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