Me llama la atención: él lleva al cuello una cadena de metal de la cual pende un crucifijo artístico y bello; dice ser traído de Lourdes, lugar de oración y sanaciones profundas.
Dice que le ha librado de muchos peligros y le hace sentir la cercana presencia de Dios en su vida, cuantas veces puede le hace bendecir y a veces sus besos se posan en la cruz.
Pero ocurre que ese bello signo desdice de su vida y comportamiento: es malgeniado, aborrece a muchos, desprecia a otros, en su hogar es insultante y poco cariñoso con su esposa e hijos; de sus labios salen palabras groseras y narraciones nada edificantes y sí de irrespeto.
Sería preferible que no llevara la cadena al cuello que desdice de su significado y parece que la lleva más como amuleto y ocasión de mentira que signo de verdadera vida de Fe.
Sería preferible que se la quitara y la reemplazara por la cadenita caliente y sedosa formada por los bracitos de su bebé que no ha logrado apretar el cuello soberbio de su padre.
Sería mejor que rodeara su cuello con los brazos de su esposa en gestos de amor y cercanía, fidelidad y cuidado, gozo y satisfacción; esas son cadenas que enlazan con la vida de salvación, de verdad y de evangelio.
Hemos caído a la visión miope de reemplazar el amor al ser humano, eco de Dios, por el amor al dinero, a la apariencia, a la comodidad.
Llevar una cadena trae consecuencias: debe ser unidad con el abrazo a Dios, a la familia; es cubrir los días y sus gestos de amor y unidad. Buen paso a dar en esta Cuaresma 2020.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015