Parece suceder en Venezuela, aunque no se mencione su nombre por ninguna parte. El autor es de ese país. Alberto Barrera Tyszka nos trae una novela con mirada de mujer. El hallazgo del cadáver de una madre en una tina y la búsqueda que emprende su hijo para tratar de entender por qué ella tomó esa decisión nos va descubriendo una serie de acontecimientos que de lo fuertes son difíciles de creer.
Un país gobernado por el Alto Mando, en donde comandos en la calle controlan el desorden y la corrupción, en donde se desbaratan vidas por los abusos, en donde se destruyen empresas con el argumento de que es hora de que los administre la Revolución, un país que se llena de tristezas que dejan a mujeres vulnerables. Un país en el que la vida se va en hacer filas, mientras se pierde la dignidad.
En Mujeres que matan las historias se intercalan y a medida que el hijo va desandando los pasos, de no creer, que dio su madre en los últimos tiempos, mientras él permanecía como tantos otros exiliado en busca de mejor futuro ante la negativa que le ofrece su país, vamos descubriendo también otros personajes que nos van contando las historias de transformación de un grupo de mujeres.
Una chica que pretende hacer un documental sobre mujeres suicidas se va convirtiendo en su soporte, y al tiempo en su tormento, ella le da y le quita tranquilidad, hasta que él no puede si no confesarle su amor y ella se llena de dudas.
Un grupo de mujeres decidió crear un club de lectura para afrontar sus tristezas, para encontrar compañía, para mostrar una forma de resistencia, pero todo se desdibuja, cuando pasan a la intimidad a conocerse más, a confesarse sus mayores pecados y entonces se topan con la muerte.
Un libro criticado por una de ellas por considerarlo literatura barata, de superación personal, logra un efecto transformador en algunas de ellas. Te daría mi vida, pero la tengo ocupada, es una frase poderosa que logra cambios en cada una de ellas y las aleja de remordimientos. La culpa desaparece.
El que sí aparece por allí como un científico investigador sobre el cerebro que solo pueden desarrollar hámsters, canarios y hombres, es un hombre llamado Orlando Mejía Rivera, interesante coincidencia u homenaje que se relaciona con el escritor manizaleño de igual nombre, que lleva años investigando la historia universal de la medicina y que además es un escritor reconocido en muchas partes.
Para mi gusto, el texto pierde ritmo por momentos, se cortan las historias. No entiendo el sentido de titular los capítulos entre paréntesis. El sorprendente final también parece algo forzado, pero es literatura y en esta todo vale. Leánlo si se animan y #HablemosDeLibros.
En frases
* La escritura se transforma a medida que se acerca a la muerte.
* El pensamiento masculino se parece a ciertas ecuaciones matemáticas: no tiene matices.
* Comenzó a transformarse en uno de los símbolos fugaces que -con una misma velocidad- producen y devoran los medios de comunicación.
* Cada quien organiza su dolor como puede.
* No es lo mismo ser cómplices de una lectura que de un asesinato.
* Su matrimonio era más o menos mediocre y más o menos feliz. A veces es lo mismo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015