- Es un tragedia griega, ¿no?
Así empezó a picarme la lengua sobre este libro la escritora Adriana Villegas Botero, cuando hablamos de él. Fue ella quien me dio cuenta de este escritor colombiano, del que no tenía referencia. Puede ser una tragedia, pero no griega. Va de Berlín a La Guajira, a Críacuervo.
Dice el adagio que Cría cuervos y te sacarán los ojos, pero los personajes de esta novela del cartagenero Orlando Echeverry Benedetti parecen que se criaron solos y se enceguecen ellos mismos.
Dos hermanos, Klaus y Adler, son como el agua y el aceite. Su división la marcó aun más la muerte de sus padres en un accidente de tránsito, y la posterior crianza -si es que la hubo- a cargo de su abuelo. Solo el amor por el agua los une, pero la vida los separa desde pequeños. Tan distintos, tan enamorados de la misma chica.
El uno por azares del destino termina tuerto en pleno desierto de La Guajira, el otro después de ser un cada vez más mediocre nadador profesional es expulsado de su selección por abuso de sustancias prohibidas. Es el momento justo en el que recibe la fotografía de su hermano mayor, a través del viejo amor platónico suyo, que reside en Berlín, donde los tres pasaron la infancia. Él se encuentra en Hamburgo, en donde ve apagarse la vida de su abuelo.
La novela se divide en dos partes: "Gritar bajo el agua" y "El desierto de Klaus". Antes una introducción, "Los hijos del bosque", el contexto; y después un epílogo: "La voz de nadie", una dolorosa revelación.
Cora, ese amor platónica de la infancia, novia de Klaus en la adolescencia es la misma que ahora sirve de puente para que los hermanos busquen su reencuentro después de años. Es ella quien debe guiar a Adler hasta La Guajira, pero no encuentran boletos en el mismo vuelo. Antes de viajar ella, viven una corta luna de miel, pero todo se sale de control. Los errores del pasado de Cora cobran venganza con su nuevo enamorado.
En Colombia la historia es otra. Klaus llegó contratado por una compañía minera y trabajó duro, se casó y tuvo un hijo por el que se desvive, pero las cosas cambian y se descubre como un solitario que apenas sobrevive y lo único que siente es amor por su hijo, que permanece en Barranquilla. A ese extraño mundo y en plena separación, llega Cora.
Algo sucede no solo en la historia, sino también en la narrativa. La primera parte tiene una forma que lleva perfectamente al lector, pero la segunda, tal vez por lo inesperado del relato, tal vez porque el autor quiere hacer evidente que se trata de dos mundos diferentes, cambia el tono, y siento que no para bien. No obstante, la trama sigue su curso y la tragedia es inevitable, ni siquiera griega o alemana: guajira. En el desierto las almas de los hombres se endurecen, pero no alcanza a corroerlas tanto como la culpa, ese tormento que lo consume todo.
En frases
* Adler sintió con ese gesto de apariencia insignificante una caricia profunda y en un lugar que solo deberían alcanzar las armas de fuego.
* Le gustaban los hombres estropeados por el mundo.
* "Te dejé hace mucho, solo que tú no lo habías notado".
* ¿Qué acto más aciago y solitario que masturbarse por la mujer perdida?
* Algunas veces, pensó, la vida era así, fingía transmitir un mensaje trascendental que luego se desvanecía en el instante previo a su revelación.
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