La Contraloría General de la República de Colombia, es el máximo órgano de control fiscal del Estado. “En cumplimiento del artículo 119 de la Constitución Nacional, la CGR ejerce, en representación de la comunidad, la vigilancia de la gestión fiscal y de los particulares o entidades que manejan fondos o bienes de la Nación”. Pero más importante: “Evalúa los resultados obtenidos por las diferentes entidades del Estado, al determinar si adquieren, manejan y/o usan los recursos públicos dentro del marco legal, sujetos a los principios de economía, eficiencia, eficacia, equidad y sostenibilidad ambiental. Examina la racionabilidad de los estados financieros de los sujetos de control fiscal y determina en qué medida logran sus objetivos y cumplen sus planes, programas y proyectos”.
Pero no suficiente con eso: “Tiene a su cargo establecer responsabilidad fiscal de los servidores públicos y de los particulares que causen, por acción o por omisión y en forma dolosa o culposa, un daño al patrimonio del Estado”.
Hoy la dirige Edgardo Maya Villazón, abogado de la Universidad Externado, especialista en derecho laboral y seguridad social, lógica, derecho y ciencias humanas, Derecho Constitucional y Política”; fue magistrado de la sala disciplinaria, presidente del Consejo Superior de la Judicatura, magistrado auxiliar de la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia y Procurador General de la Nación”.
Esa es una entidad de importancia capital en el andamiaje institucional; tiene que ser dirigida por gente sin reproches éticos o morales, sin cuestionamientos sobre su educación, preparación y honestidad. No puede cualquiera tratar de hacerse a ese cargo, solo porque una bancada tan cuestionada como él, lo propone como candidato, sabiendo que en Colombia, ellos creen, no con poca razón, que por el número de personas que tienen en los recintos del Congreso, con sus alianzas tanto diabólicas, como estratégicas, pueden hacer lo que les venga en gana, acabando con la institucionalidad y la separación de poderes que con eufemismos decimos tener.
José Félix Lafaurie es un ganadero, presidente de Fedegán, esposo de la senadora Cabal, una incendiaria que ha demostrado un desprecio absoluto por la historia de Colombia, y una ignorancia atrevida cuando se refiere a geopolítica y nombra países que dejaron de existir hace tiempo, dejando en evidencia su estulticia mayúscula, su desprecio por el conocimiento en un mundo que es todos los días más interdependiente.
Pero Lafaurie no es solo eso, representa una maraña de líos jurídicos, cuestionamientos éticos, insolvencia moral e ignorancia atrevida, si se le dieran las funciones de Contralor General de la República. No se puede menos que sentir vergüenza, comenzar a experimentar ese desprecio que algunas entidades del Estado merecerían en manos de individuos como él, incredulidad en las promesas de transparencia, decencia y honor prometidas por Iván Duque, en campaña y reafirmadas en su acto de posesión, sin importar que después de su discurso "veintejuliero", se fuera a lloriquearle al senador Uribe, un hombre con muchos cuestionamientos acumulados sobre sus hombros, esos que desprecia en un juego que domina, de populista sin tripas, burlándose de la justicia, los entes de control, las personas y los contradictores.
Quiere esconder masacres cometidas contra los despojados de tierras, diciendo que fueron las guerrillas cuando las sentencias judiciales dicen lo contrario. No puede tampoco esconder su salida de la Superintendencia de Notariado y Registro, sin ser notario ni jurista, por tráfico de influencias, sentencia del Consejo de Estado, ratificada por la Corte Constitucional.
Ni el escándalo en Fedegán: contratación por 22 mil millones para gestionar una cuenta pública de 70 mil millones. Ni el caso de Fedegán: “Dirigentes de Confegán, una organización de ganaderos disidente de Fedegán, se han lanzado a desnudar a José Félix Lafaurie y a la junta que conduce al gremio con denuncias muy documentadas. Dicen que los 600.000 millones de pesos recolectados en el cobro por cada res sacrificada o por cada litro de leche vendido han sido dilapidados por una rosca que primero acompañó a Jorge Visbal y ahora acompaña a Lafaurie”.
En fin, un hombre cuestionado por despojador de tierras, lazos con paramilitares, con tan pobres y cuestionables acciones en el sector público, que sacó 30 puntos en las pruebas realizadas para elegir Contralor, ocupando el puesto 42, no puede ser el nombrado como Contralor General de la Nación. Sería poner al ratón a cuidar el queso.
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