La incertidumbre que estamos viviendo a pocas horas de unas elecciones presidenciales como no las habíamos tenido desde hace largos años, nos debe llevar a demostrar un buen comportamiento cívico para definir entre continuar con una democracia, con todos los defectos que ella pueda tener, o caer en una repudiable dictadura como la que les ha tocado soportar a nuestros desafortunados vecinos, gobernados por una sarta de sátrapas dirigentes.
A pesar de todos nuestros defectos, la diferencia de lo que estamos viviendo comparada con la desgracia que azota a Venezuela es abismal. Uno no sabe si reír o llorar cuando ve en los medios la situación lamentable de niños, mujeres y ancianos buscando en los baldes de maloliente basura cualquier cosa que se parezca a comida, no importa el grado de putrefacción en esta que se encuentre, porque no resisten ver morir de hambre a los niños, quienes además padecen diferentes enfermedades por la escasez total de medicinas.
Esto nos trae una imagen de lo que arriesgamos si llegamos a caer en algunos de los peligrosos errores que cometieron las clases políticas venezolanas en su afán no solo de poder, sino, y esto es más peligroso aún, de dejarse arrastrar por la terrible corrupción, que ya ha invadido también a nuestra sociedad, arrasando con el buen nombre de la justicia de Colombia, a la que siempre le habíamos guardado el más profundo respeto.
Todavía estamos en zona amarilla, aunque muy cerquita del abismo, y es por eso que mañana domingo de San Garavito se casa la reina con un pajarito, y no podemos dejar pasar esta crucial oportunidad para demostrarle al mundo, y a nosotros mismos, que todavía tenemos el coraje de llevar en alto la bandera de un democracia bien estructurada, que nos lleve a vivir en una fortalecida paz, que tanta falta nos hace.
Pensemos con plena conciencia que es mucho lo que nos estamos jugando en unas elecciones tan difíciles y arriesgadas como las que tendremos que enfrentar mañana, y hagamos un examen detenido de amor por la patria, porque esta vez tenemos que decir con orgullo que la mayoría de los candidatos, a pesar de los defectos que como humanos puedan tener, son personas altamente preparadas para volver a ponernos dentro de un camino constitucional que nos ayudará a salir adelante.
Vamos por el orden, la libertad y la paz, y recordemos que tenemos en nuestras manos la salvación de la patria.
Debemos decir con orgullo, como decía el general Benjamín Herrera: “La patria por encima de los partidos”.
P.D.: Los hombres poderosos a menudo triunfan con la ayuda de su mujer. Las mujeres poderosas solo triunfan a pesar de su marido.
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