Cuando una sociedad, máxime si es un imperio, está en camino de su autodestrucción, arrastra consigo todo aquello que gira en la órbita de su poder y, en lo doméstico, el comportamiento de la población empieza paulatinamente a degradarse, al punto de convertirse en una caricatura signada por la tragedia.
Donald Trump que se ve a sí mismo como el elegido, está precipitando a Estados Unidos y al resto del mundo a un abismo sin fondo. Pocas veces en la historia estos procesos logran revertirse, por el contrario, toman una velocidad que inexorablemente conduce al fracaso.
Negar el cambio climático contra toda evidencia científica, irse lanza en ristre contra los activistas que luchan por detenerlo llamándolos “catastrofistas”, “profetas del mal” y liberar de restricciones ambientales los proyectos de infraestructura que pueden afectar el desempeño responsable de la naturaleza, con el solo objetivo de obtener mezquinos intereses, son una prueba irrefutable del derrumbe al que estamos siendo sometidos.
En el foro económico celebrado recientemente en Davos, Suiza, que tuvo entre otros propósitos el de trabajar mancomunadamente para detener las causas del calentamiento global y que utilizó Donald Trump para glorificarse, su desafiante figura contrastó con la de Greta Thunberg, una adolescente de tan solo diez y siete años, que en virtud de la convicción y vehemencia de su lucha por obtener compromisos en torno a salvar el planeta, suscitó los más conmovedores aplausos. La diferencia entre los dos consiste en que mientras una niña aboga por salvar la tierra, el señor Trump dueño de un negacionismo suicida, trabaja expresamente por intereses económicos de corto plazo sin siquiera preguntar ¿cuánto le están costando sus decisiones al mundo?, como lo dijo un entrevistado luego de la alocución del presidente norteamericano, tras afirmar que había sentido náuseas al oírlo.
La obesidad en los Estados Unidos, particularmente en los jóvenes y niños está alcanzando niveles hasta ahora no registrados, 48% de la población sufre de este desorden y habrá de derivar, si no se detiene, en múltiples enfermedades tanto de orden psíquico como fisiológico. Para contrarrestar esta tendencia, se diseñaron en la presidencia de Barak Obama, por iniciativa de la primera dama, estrategias nutricionales que deberían acatarse en los colegios de la nación, dietas balanceadas empezaron a implementarse en los planteles educativos. El todopoderoso presidente Trump movió recientemente las fichas que eran necesarias para derogarlas, la comida chatarra volverá entonces, en razón de la “lucrativa” iniciativa a pavonearse como Pedro por su casa en los comedores de los campus estudiantiles.
De la misma manera que la planeación es anticiparse a la realidad futura, “ver lo que no existe donde todavía no está”, las actuaciones del presidente Trump, una vez haya transcurrido el tiempo “prudente”, habrán de mostrar sus previsibles resultados.
Si no se ejerce de inmediato una acción contundente en los próximos diez años, calculan los científicos que los efectos destructores del cambio climático serán irreversibles. En lo doméstico, la obesidad seguirá de manera exponencial poblando a USA de pequeños monstruos que habrán de ahogarse indigestos en su inconsciente abundancia. El espejismo del sueño americano que está de regreso según Trump, no es otra cosa que un narcisismo crónico como se evidenció en Davos con las intervenciones altisonantes del señor presidente; es más, pienso que a la postre habrá de entenderse como un espejismo, o la socorrida cortina de humo que una vez disipada nos dejará desnudos ante una intemperie sombría, conscientes de que se nos ha distraído del peligro que acecha agazapado sin piedad. Todo es cuestión de tiempo.
Mientras el Titanic se hundía en las aguas azules del océano Atlántico luego de chocar con un iceberg de inmensas proporciones, la orquesta seguía emocionada entonando su música como si negándolo se pudiera perpetuar el embrujo y, de paso, acallar los gritos desesperados de los viajeros indefensos de segunda y tercera clase que habían sido confinados bajo llave abajo, en el barco.
¿Una visión apocalíptica?, seguramente, pero posible, todo está indicando que de no hacer algo drástico ya, seremos víctimas de una tragedia lo suficientemente anunciada.
PD: El problema más apremiante del mundo actual a juicio de economistas, sociólogos y poetas, es la permanencia por más tiempo, de Donald Trump en el poder.
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