En estos casi veinte años como columnista del diario LA PATRIA de Manizales he pisado muchos callos, herido susceptibilidades, destapado ollas podridas, denunciado delincuentes de cuello blanco, develado las actuaciones de políticos corruptos, y dejado en evidencia a los actores privados, aún más corruptos, que se prestan para que aquellos se oculten tras la figura del civismo. He criticado a mis amigos y enaltecido a mis enemigos, cuando unos y otros se lo han merecido. He defendido el patrimonio público de las manos de inescrupulosos que se amparan en la impunidad de una justicia lenta, permisiva, cómplice y connivente.
Y en esa labor he sido insultado, vapuleado, vejado, denigrado, injuriado, calumniado y muchas veces amenazado. No han sido pocas mis visitas a la Fiscalía y a los juzgados penales a causa de denuncias en mi contra, convertidas en el método de los peores bandidos para posar mediáticamente como víctimas.
Reposan en la memoria arduas defensas de empresas como la Industria Licorera de Caldas, varias veces convertida en fortín de nóminas paralelas, proliferación de contratos inútiles, y hasta atentados letales con los que algunos sepulcros blanqueados pretendían depreciarla para venderla a menosprecio. Inficaldas, donde las nóminas paralelas se confundían en carruseles de contratos que lograron poner en peligro su existencia. Las Pequeñas Centrales Hidroeléctricas del Oriente de Caldas y Miel II, proyectos de los que han vivido cientos de personas sin concretar algo tangible para nuestro departamento. Aerocafé, que empezó a ser satanizado por sus propios gestores (seudolíderes privados), cuando se les arrebató el manejo de sus manos, y cuando presintieron que tendrían que asumir responsabilidades públicas por los desafueros cometidos en los primeros años de ejecución.
También reposan en la memoria los destapes de manejos maquiavélicos, corruptos y denigrantes en los recintos del Concejo de Manizales y la Asamblea de Caldas, por donde se han paseado bandidos inescrupulosos que a la vez han contado con el silencio cómplice de los gremios, los órganos de control y el aparato judicial.
Entiendo los odios que han causado mis denuncias. Porque no debe ser fácil para quien vive en la impunidad, el silencio y la permeabilidad de su poder o su dinero, encontrarse en el camino con alguien que lo ponga en evidencia, lo denuncie, lo señale con nombre propio y lo someta al escrutinio público. Y mucho menos cuando se encuentra con que quien denuncia lo hace con argumentos sólidos, documentos fidedignos, pruebas irrefutables y ausencia de temor y precio.
Ha sido esta una labor gratificante, pero a la vez decepcionante. Gratificante porque hemos logrado detener acciones y controlar intenciones que, de otra forma, serían nuevas causas de llanto y desastre caldense. Pero decepcionante porque, a pesar de haber cumplido una misión, siento que se ha quedado corta. Siento que han podido más las influencias políticas, el silencio mediático y la penetración del dinero, que el peso de las pruebas o la acción de la justicia. Ha podido más la corrupción que la reacción de la sociedad. Han prevalecido la impasibilidad, la cobardía o la indolencia de los actores que representan al pueblo y deberían defenderlo.
Hemos rechazado la apatía de la gente y la renuencia a participar de los eventos democráticos y lo entendemos, pues la degradación de la política tiene asqueada a gran parte de la sociedad. Pero, para cambiar la política hay que renovar los actores y la sociedad tiene que volverse realmente participativa. Por eso he decidido actuar desde otro escenario: someter mi nombre en las próximas elecciones como candidato a la Asamblea de Caldas (Número 54) y, en consecuencia, hacer una pausa en mi columna del diario LA PATRIA, mientras dura el proceso electoral, para no ejercer una competencia desigual por la utilización de medios a los cuales no todos los candidatos pueden acceder. Por eso también me he abstenido de publicar elementos publicitarios hasta la publicación de esta columna, luego de la cual seguiré ejerciendo mi derecho a la opinión en el Periódico Debate y en mi blog www.titepava.com, y empezaré en forma mi campaña política.
Mil gracias al periódico LA PATRIA por abrirme las puertas; al director, Nicolás Restrepo Escobar, por su paciencia, ejercicio de la libertad y respeto por la diferencia; y a mis lectores por sus expresiones de afecto o rechazo, pues son ellas las que mantienen vivos nuestros ánimos.
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