Un colaborador o empleado motivado con retos colectivos y comprometido es valiosísimo para la organización y para la felicidad de ellos. Es claro que los procesos como las evaluaciones de desempeño, beneficios y bonos, muchas veces no son suficientes para crear el impacto cultural que se espera. Los conductores más estables de vitalidad están por otros lados. No todo es dinero.
Se tiende a pensar que se pueden generar motivaciones a través de incrementos salariales o una reducción del horario de labores, pero estas medidas a la vuelta de unos meses pueden dejar de ser un impulso, al tiempo que una organización por solvente que sea no podrá estar subiendo los salarios cada cierto tiempo o modificando los horarios, pues ambos factores son limitados.
Uno de los retos actuales en la gestión del talento humano es la conformación de equipos más comprometidos, y brindarles los espacios en los que tengan la posibilidad de demostrar sus fortalezas, desarrollar sus habilidades y trabajar armónicamente con las personas que apoyarán su crecimiento.
Como señalamos, no todo es dinero. Para crear equipos más comprometidos hay que mirar a las personas como un todo y explorar sus diferentes dimensiones. En una reciente publicación se aborda el tema sugiriendo cinco estrategias, que resultan muy interesantes y que, de aplicarlas, se puede incrementar la productividad, al tiempo que se privilegia el buen clima laboral.
La primera estrategia es generar confianza entre los líderes y los miembros del equipo. La confianza es uno de los valores que más aprecian las personas, logrando altos niveles de compromiso y satisfacción con las labores ejecutadas. La segunda apunta a la importancia de comunicar las prioridades y detectar en dónde las personas necesitan ayuda. Identificar claramente las metas beneficia su consecución y se podrá hacer el acompañamiento adecuado al equipo, otorgando las herramientas que se requieran para ello.
En tercer lugar, habrá que promover el aprendizaje de nuevas habilidades como grupo. Los colectivos son cuerpos vivos, que deben evaluarse periódicamente y deben darse la oportunidad de desaprender y adquirir metodologías novedosas para potenciar sus resultados. Como cuarta estrategia, se aconseja permitir a las personas establecer una modalidad de trabajo no presencial con una mayor frecuencia. En muchos casos, esto permite una dedicación mayor a la familia, lo que genera un impacto muy positivo en el estado de ánimo de los trabajadores. Y, por último, en la medida de lo posible, hay que impulsar a que las personas hagan el trabajo que aman.
Es vital para las organizaciones que sus líderes tengan la capacidad de incentivar el compromiso de sus equipos, alrededor de unos valores y una visión de conjunto en las cuales se persigan unas metas claras y medibles. Lo anterior se reflejará en el incremento de la productividad y el mejoramiento del clima laboral, redundando en el mejor desempeño de la empresa.
Generar retos desafiantes y climas de motivación pueden cambiar de fondo el estado de relación de los colaboradores con la organización.
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