Fricciones económicas entre las potencias mundiales, las confrontaciones políticas entre grandes potencias, los ciberataques con el robo de información y dinero o con disfunción de los sistemas, las agendas populistas en el mundo, la manipulación de la opinión pública con noticias falsas, la polarización política, entre otros. Estos fueron los peligros que el Foro Económico Mundial sacó en un informe reciente sobre los principales riesgos para el 2019.
Haciendo una relectura de todos los riesgos, se ven unas constantes o tendencias. Primero: lo que hagan las grandes potencias tiene una muy grande repercusión en todo el mundo, ello debería hacernos más conscientes de la importancia de los foros internacionales para que sirvan de dique de contención de los países grandes, mejor, dicho: ¡A poner en orden a los grandes! Empezando por Trump, Putin y Xi Jinpin.
En segundo lugar, los riesgos del clima también bien salen, en términos de abastecimiento de agua, cambio climático, eventos meteorológicos extremos. No podemos aceptar que no seamos capaces como humanidad de poner unas nuevas condiciones para asegurar la sostenibilidad del planeta. La exhortación hasta del papa Francisco por el cuidado de la casa común es una prioridad de la humanidad.
Un tercer riesgo tiene que ver con el orden político y público: la falsa información y los populismos. Es de suma importancia que en los países haya medios de comunicación creíbles que no estén subyugados a las falsas noticias manipuladoras. De la mano de la información imparcial está el buen funcionamiento de las democracias para que logren contener los populismos tanto de izquierda como de derecha, que más que lograr consensos para mejorar la sociedad, lo único que sirven es para generar polarización en las sociedades. O como dice Savater, darle rienda al narcisismo de las pequeñas y, añadiría, de las grandes diferencias también. Algo que ha ido de la mano también de los populismos es el creciente nacionalismo, el péndulo que nos tocó ver moverse sobre lo supranacional, ahora se devuelve de manera insensata hacia múltiples nacionalismos algunos exacerbados.
Un cuarto riesgo tiene que ver con lo digital. La dependencia de casi todas las actividades humanas del mundo digital ha puesto en vulnerabilidad la vida. Los riesgos de robos de identidad, de bienes y de colapsar los sistemas, cada vez crece más. ¡La evolución sorprendente de la tecnología lleva consigo su propia vulnerabilidad! Las nuevas posibilidades son puertas también para los que quieren hacer daño.
La última tendencia de los riesgos es la creciente inequidad. Puede reducirse la pobreza absoluta y la pobreza en general, pero también de manera paralela la inequidad se incrementa de forma exponencial. Y las desigualdades sencillamente cargan con desestabilización de las sociedades. Hemos visto lo que ha ocurrido en los últimos meses con los “chalecos amarillos” en Francia, manifiestan una profunda rabia sobre el estado de cosas. Si hay brechas muy grandes, en la sociedad no hay cohesión y la confianza se resquebraja.
Grandes y muy serios los riesgos del 2019. ¡Una agenda para actuar ya!
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El atentado terrorista del jueves lo debemos enfrentar todos unidos como una sociedad que quiere construir la paz y que no se va a dejar amedrentar de los violentos.
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