Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Manizales
Necio negar que Hubert Bodhert es gran triunfador con el Once Caldas, los números mirados desde lejos así lo avalan, y el rasero comparativo con sus antecesores hace que esta campaña sea considerada un botín.
Aceptando que se clasificó por los ahorros de los primeros partidos, y que el fútbol en la segunda mitad del torneo se vino abajo, incluidas las buenas presentaciones ante Nacional y Santa Fe porque no se ganó.
Y aunque nos acostumbramos a echarle la culpa a la nómina, a su falta de calidad y a la ausencia de futbolistas curtidos, al final estratégicamente hubo vacíos, el equipo se quedó corto, y sumó ensayos innecesarios.
Sucedió en el juego clave contra Alianza, Perea improvisado como lateral derecho, suplentes -Sierra, Carbonero y Amaya- posicionados como titulares, Farías en el banco, y una propuesta de esperar contraria a la lógica.
Con 3 volantes de marca -modulo que no había utilizado durante la liga- resignó iniciativa, pelota y campo, viendo jugar al rival y teniendo que recomponer a los 20 minutos ya con 2 anotaciones adentro.
El hecho de tener la segunda delantera en eficiencia habla bien del entrenador, pero el contar con la tercera valla más vencida -solo por delante de América y Chicó- deja que pensar acerca del talante táctico.
Hay que valorar a Bodhert como líder y motivador, capaz de producir variables en ataque, reconociendo igualmente que en materia defensiva le ha costado encontrar fórmulas que le rinden equilibrio.
Razones de más para cuestionar la idea en Barranca con un Once Caldas conservador, que en los últimos minutos -producto de la incapacidad y el desasosiego- optó por tocar el balón atrás en desesperante acto de impotencia.
Hasta el mismo Restrepo, hasta hace días uno de los baluartes de la campaña, quedó en evidencia, pues siendo un jugador técnico, como volante de contención se ve lento y con movimientos equivocados.
Y si Once Caldas tiene laterales con deficiencias y baja marca en el medio, sobran explicaciones del por qué le llegan tanto y la cantidad de goles recibidos, sin entender que pasa con Marimón, con menos oportunidades de las que merece.
Tiquete agridulce, pero clasificación válida después de 4 frustraciones seguidas, y premio mayor porque la meta era otra y se cumplió, dándose el lujo este Once Caldas de resistir y seguir soñando con más.
Borrón y cuenta nueva, mejorando la actitud, generando alternativas de juego en las que posesión, control y arribo estén por encima de las intenciones del contrario, y ambición porque es la forma de ganar.
Tolima tiene más, en plantel, trabajo acumulado, continuidad e individualidades, sin que sea Nacional, Junior o Medellín, siendo un rival difícil, no imposible, si se enfrenta con carácter, sin inventos, y con mentalidad positiva.
Lo del domingo queda atrás, el logro tiene un amplio valor conceptual e histórico, reclamando Bodhert armas contundentes y apoyo irrestricto como conquista de una labor que rebosó los límites de la modestia de su grupo.
P.D.: Solo Nacional parece con la jerarquía suficiente para salvar el honor del fútbol colombiano. Jaguares y Medellín se fueron sin pena de la suramericana donde apenas sobrevivió el Cali, y en la Libertadores Millonarios y Junior están cerca del infierno.
Hasta la próxima…
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