El jueves 13 de febrero se celebró el día universal de la radio y decidimos darle una repasada al magnífico libro “Cincuenta años de radiodifusión en Colombia”, del gran gurú Hernando Téllez B., quien tuvo la fortuna de participar en la fundación de las tres grandes cadenas nacionales, Caracol, RCN y Todelar.
En la releída, volvió a llamarnos la atención el papel fundamental que jugó el visionario manizaleño Enrique Ramírez Gaviria en el despegue y el crecimiento de la gran industria radiofónica que le dio tanto prestigio al país.
El palmarés de este caldense ejemplar fue de respeto: descubrió en Manizales y llevó a Bogotá (plaza de la que se haría amo y señor) al mítico narrador deportivo Carlos Arturo Rueda, quien hacía turnitos por horas en una emisora local, y labores de carpintería en la funeraria de don Aparicio Díaz Cabal. Don Enrique se inventó los memorables transmóviles, para transmitir en directo desde las polvorientas carreteras, a partir de la primera edición, la Vuelta a Colombia en bicicleta.
Eran, en su orden, el transmóvil número 1 (de Nueva Granada, comandado por Rueda); el número 2 (de La Voz de Medellín, al mando de Pastor Londoño), y el número 3 (de Radio Pacífico, guiado por Alberto Iragorri).
El genio manizaleño también tuvo que ver con la aparición en los radiorreceptores de los mágicos enlaces de Frecuencia Modulada. Allí se habló por primera vez de la banda de F.M.
A don Enrique siempre lo acompañó en su fiebre radiofónica don Roberto, su hermano mayor. Recién llegado de Estados Unidos, donde lo picó el tábano radial, en Manizales, su ciudad natal, dedicó toda su atención y entusiasmo a la radio naciente. En la Perla del Ruiz ya eran pioneros del incipiente medio hertziano Roberto Baena y Antonio Pinzón. Luego se sumarían el citado Alberto Hoyos, fundador de la recién desaparecida Radio Manizales, Jorge Hoyos Giraldo, Ignacio Escobar Uribe y Gilberto Aristizábal Estrada.
El notable historiador Téllez insertó en las 300 páginas de su libro este cuadro de pioneros de la radio que él quiso con pasión de cadete: Enrique Ramírez Gaviria, César Estévez León, Rodrigo Jaramillo Isaza, William Gil Sánchez, Humberto Restrepo Arango, Gustavo Uribe T., Pompilio Sánchez, Roberto Ramírez Gaviria, Luis Ramos Henao, Fernando Londoño Henao, Jesús Álvarez Botero, Alberto Toro Montoya, Bernardo Tobón de la Roche, Marco Efe Eusse, Mario Fric y Álvaro Castaño Castillo, entre otros.
Roberto y Enrique Ramírez Gaviria en Bogotá, con el entusiasmo y capacidades de los hermanos Gutiérrez Riaño, y Luis Ramos en Medellín, con la colaboración decisiva de Hernando Téllez B. y Gustavo López S. se empeñaban en dar a la radiodifusión colombiana una organización responsable y técnica y una producción organizada, exenta de improvisación, que se reflejaba en la perfección de los programas vivos, musicales y dramatizados que emitían desde sus estudios. Todo programa era debidamente ensayado y medido y los libretos cuidadosamente elaborados con gran preocupación por la sintaxis, leídos por las mejores voces del micrófono. Una radiodifusión de ondas cortas, como era entonces la colombiana, tenía que inspirarse en las ondas cortas, y los productores preocupados se desvelaban tratando de “pescar” los grandes programas vivos de la XEX, XEQ, y sobre todo, de la XEW, de don Emilio Azcárraga, que fue escuela de locución y de producción en el año 1935.
La apostilla: Don Hernando Téllez subrayaba que “La influencia inicial en Colombia fue mexicana, porque la radio que hacían la CMQ y la cadena “Suaritos” de La Habana era muy descuidada y demasiado tropical para la época y apenas interesaba a las emisoras de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta”.
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