Es bueno que a los pueblos de Caldas se lleven protagonistas de primer orden en el campo cultural. A la provincia se le debe tener en cuenta siempre, y más cuando se trata de Salamina que posee un universo cultural propio y fuerte. Aquí, en este pueblo saturado de mentes creativas, ayer como hoy, el visitante se puede llevar sorpresas muy interesantes.
Acudí a la invitación que me hicieron Fernando Toro y Fernando Macías para celebrar el natalicio número 150 de Juan Bautista López, uno de los grandes de las letras caldenses, que coincidía con la visita de William Ospina a Salamina con el propósito de presentar su última producción literaria.
Se le extendió la invitación al bardo paduano para que nos acompañara sin una respuesta afirmativa. Pensé que Ospina quedaría como un rey expresando su aprecio por un grande de las letras regionales. Alguien comentó que la estadía de Ospina correspondía a fines muy diferentes que hacer una labor honesta en el campo de la cultura. Oí que la presentación del libro de Ospina se hacía en la fonda de arriería cuya construcción había costado 3.600 millones de pesos y llevaba desocupada varios años, porque este edificio no cumplía ninguna labor y solo hacia pareja con otra fonda de arriería ubicada en Aguadas que había costado 4.200 millones de pesos e igualmente permanecía cerrada y vacía. Que a Ospina se le habían dado muy buenos viáticos para tomar unas fotos muy dicientes y justificar este descalabro de planificación estatal. ¡Una fonda de arriería donde el caporal de las letras de colombianas presentaba una obra semibiográfica ya que hablaba de sus ancestros dedicados al negocio de la arriería, debería ser un acierto espectacular!
Se me advirtió que los coordinadores de la estadía de Ospina habían organizado un desfile de bienvenida donde éste entraría a la plaza montado en la máquina de bomberos, como si fuese una reina de belleza. Al otro día entró Ospina al parque, gracias a Dios no montado en la roja máquina, sino caminado en frente de ella, acompañado por un séquito de amigos que vinieron con él desde Bogotá, supongo. Sé que Ospina sabe del poder intelectual de Salamina y que él no es digno de rivalizar con nombres como el del Dr. Emilio Robledo; el de Joaquín Ospina o el mismo Juan Bautista López, todos ellos hombres de letras que nunca osarían exigir ese tributo.
Cuando Ospina entró al parque, los pobladores inconformes con el aumento desmedido de la tarifa del agua, ya se habían reunido doblando el número de los del circo literario. Gritaban los líderes: William el problema no es con vos, pero ¿dónde está el Gobernador? Que dé la cara, el agua es vital, los libros pueden esperar. Intervino la policía que con firmeza hizo desbandar a los que agitaban sus facturas del agua como banderas blancas en son de buscar un parlamentario. Finalmente, William habló y le dio la razón al pueblo, era un 20 de julio.
También me llamó la atención que Ospina entró a Salamina con su propia cuadrilla de jefes de protocolo y presentadores, irrespetando a hombres como Fernando Macías, lumbrera salamineña que le hubiera correspondido presentar a Ospina en su terruño. No entiendo por qué la gente carece de tacto y se salta el elemental sentido común.
Pues a Ospina le fueron a su evento de presentación del libro menos de 80 personas entre su comitiva, unos reconocidos intelectuales manizaleños como el dueño de la librería Leo Libros, y el Gobernador de Caldas; la intelectualidad de Salamina indignada por ese curioso manoseo se abstuvo de compartir con el escritor tolimense. Supe que a la costosa fonda le habían colocado la electricidad 12 horas antes y que el presentador oficial no pasó de áulicas frases que no causaron ningún impacto en el público.
Salamina sabe de su peso intelectual e hizo valer su jerarquía; eso de calificar a los caldenses de montañeros que se dejan descrestar con literatos poderosamente ricos es una torpe cuenta que no da réditos.
Le hicimos, desde este lado de la franja amarilla, el homenaje sentido al literato y fundador del Banco de Salamina tal cual se había planificado con meses de antelación.
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