Los toros de Juan Bernardo Caicedo se apagaron de uno en uno, aparte del primero, y la tarde de la quinta de abono terminó siendo eso, un largo bostezo. Más allá de la impecable presentación, faltó fondo y todo quedó en voluntades de los alternantes.
Como la de Sebastián Castella, quien supo templar al del inicio, un ejemplar alto que, no obstante las hechuras, supo meter la cabeza en los engaños y repetir. Hubo tres tandas, una de ellas con la izquierda, en las que los oles brotaron sentidos. Pero cuando todo iba sobre rieles, apareció esa molestia en la extremidad derecha anterior del de JB para obligar a la brevedad. Palmas en el arrastre y saludo del francés.
De ahí en adelante, la corrida rodó cuesta abajo. El segundo no desentonó mucho pero tampoco fue un íntimo colaborador de José Arcila en la medida en que no tenía ritmo. Pero el torero local, cada vez más hecho, anduvo firme y mandón para hacerse al control de cada situación. Saludo.
Al tercero se le fueron las embestidas contadas que traía en esa larga sesión de capote de Andrés Roca Rey. Hubo suma de suertes, desde las verónicas para recogerlo, hasta las cacerinas al mejor estilo del maestro Pepe, pasando por chicuelinas y gaoneras. Tras el sentido homenaje en el brindis a Andrés de los Ríos - al que se unieron en su momento Arcila y Castella - el animal buscó los adentros para defenderse, ajeno a protagonizar cualquier tipo de emoción. Silencio y pitos al toro, como ya había sucedido en el turno anterior.
El cuarto tampoco sacó la cara. Más bien digamos que la escondió. Castella le dio la ventaja de permitirle moverse en las rayas, pero ni esa dosis de confianza le valió para crecer. Palmas al esfuerzo del torero.
El quinto, bonito, siempre buscó qué era lo que había en los bajos de la muleta y pocas veces terminó sus viajes. José Arcila intentó, sin éxito, sacar agua en esa piedra. Al final, en dos oportunidades, quiso dejar huella al entrar a matar a cuerpo limpio. Saludos de los tendidos a la decisión y al valor.
Todavía quedaba ese sexto al que devolvieron por ¿manso?. Y ese sexto bis, del mismo hierro, que tenía problemas de visión, o que,al menos, dejaba esas sensación, puesto de regreso por la Presidencia, esta vez con razón. El sustituto, de Santa Bárbara, se movió sin llegar a ser notable en su comportamiento. Andrés Roca Rey se puso en donde había que hacerlo y sacó de la abulia y del bostezo a la gente con poder, primero, y luego con arrimones, para hacerse al final a una oreja justa.
Ficha de la corrida
Cuarta de abono de la 63 Feria de Manizales
Seis toros de Juan Bernardo Caicedo, bien presentados pero sin fondo, a excepción del primero, que fue noble y se malogró al final. Pitados en el arrastre tercero, cuarto y quinto. Devueltos el manso sexto (de manera inexplicable) y el sexto bis (por problemas de visión). Hubo un sexto sobrero de Santa Bárbara, con movilidad
488, 490, 474, 470, 510 y 484 kgrs
Sebastián Castella
Malva y oro
Saludo y Palmas
José Arcila
Azul rey y oro
Saludo y saludo
Andrés Roca Rey
Berenjena y oro
Silencio y oreja.
Detalles:
Plaza casi llena y tarde con lluvia en la lidia del segundo toro.
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Todo quedó en voluntades de los alternantes.
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