En la noche del jueves el Servicio Geológico Colombiano subió de amarillo a naranja el nivel de actividad de nuestro amado Volcán Nevado del Ruiz. El viernes el día amaneció igual que todos:, hubo colegios, trabajo, agua, luz y transporte; no cayó la lluvia de ceniza de otras jornadas y ni siquiera sentimos olor a azufre, pero en las redes sociales hubo quienes anunciaron el apocalipsis, pidieron que el mundo se uniera en oración para contrarrestar la desgracia inminente y hasta nos invitaron a evacuar la ciudad y el departamento. Entrados en gastos habrá quien sugiera evacuar de una vez el país, por prevención.
Sinceramente le temo más a la desinformación y al pánico que circula por las redes sociales y en algunos medios alarmistas que a la amenaza del propio volcán.
La desinformación con relación al volcán es peligrosa y también puede generar muertes. Es riesgoso no saber qué ocurre, o no alertar a tiempo sobre la necesidad de evacuar, pero también es peligroso generar pánico inútil ante una amenaza que ya hemos vivido en el pasado. De hecho, es la cuarta vez que el Ruiz está en nivel naranja: en el pasado causó estragos, pero también ha habido épocas, hace apenas 11 años para no ir muy lejos, en que bajó de naranja a amarillo sin que ocurrieran tragedias. Nivel naranja significa “erupción probable en término de días o semanas”. “Erupción probable” no es “erupción sí o sí”. Puede ocurrir o no, y es una invitación a revisar otra vez los protocolos de prevención: las alarmas y rutas para evacuar a quienes viven cerca de los ríos que nacen en el nevado y tienen riesgo de avalancha, y los protocolos de sismo para quienes habitamos estas montañas.
Este viernes el Servicio Geológico Colombiano ofreció una rueda de prensa por Youtube desde Bogotá. Fue una explicación clara y técnica en la que repitieron muchas veces que cada comité local de riesgo y emergencia de esta región debe activarse para definir y comunicar las medidas concretas en cada vereda o municipio. Me parece que, tratándose de una rueda de prensa, dicen más las preguntas formuladas a través del chat: ¿Por qué no ordenan evacuar ya a Manizales? ¿por qué no lanzamos agua desde los helicópteros? ¿por qué todos los volcanes del mundo se están activando? ¿Se puede viajar por carretera en Semana Santa?
Este nivel tan grave de desinformación evidencia que falta un manejo básico de los términos y del lenguaje técnico relacionado con el volcán y el riesgo. Para empezar, “nivel de actividad naranja”, que es lo que declaró el Servicio Geológico, no es lo mismo que “alerta naranja”, que es lo que declaran los comités de emergencia, pero hasta las autoridades locales confunden ambas cosas en las redes sociales.
Así como cuando empezó el confinamiento por pandemia hubo gente que compró papel higiénico para un año, así mismo hubo quienes este viernes corrieron a comprar agua, enlatados y mercado, como si no hubiera mañana. “Es que en el Éxito ya se acabó el agua”. ¿Y cómo no se va a acabar si la gente corre a hacer compras de pánico? Ante la insistencia de hacerle caso únicamente a las informaciones de autoridades oficiales hay quienes prefieren obedecerle al Whatsapp y replicar hasta el cansancio fotos y videos del volcán y su fumarola, sin precisar que se trata de imágenes antiguas.
Necesitamos responsabilidad ciudadana, pero las autoridades podrían ayudar un poco. No comprendo cómo es que teniendo acá en Manizales un Observatorio Vulcanológico tan bien equipado, resultado de la tragedia que causó el volcán en 1985, no tengamos hoy acá un equipo de comunicaciones que se encargue desde el Observatorio de interlocutar y capacitar permanentemente a la prensa local y a los comunicadores de la región. Tampoco se entiende que la dirección del Observatorio que está en Chipre necesite que le den permiso en Bogotá para hablar en emisoras sobre la ceniza, los sismos y las alertas que se generan acá. La desinformación se contrarresta con información ágil, oportuna, permanente y al alcance de todos.
El nivel de actividad naranja del volcán puede durar días, meses o años. No sabemos. Lo que no puede durar tanto tiempo es esta avalancha de ruido caótico. Hoy tenemos una red de monitoreo sismológico que no teníamos cuando ocurrió la avalancha de Armero, pero también tenemos unas redes sociales que en ese momento no existían. Es necesario monitorear también ese flujo de lodo virtual.