Nos reafirmamos en el convencimiento de que la elección de Petro, tras su victoria presidencial del 2022, se debió al desengaño de un país, cansado de una clase política deshonesta y mentirosa, que una cosa dice en público y otra muy distinta hace frente al manejo político de la Nación. Transcurridos casi dos años y medio del “Gobierno del Cambio”, las cosas siguen, no igual, sino peor, por la ineficiencia administrativa y la desaforada corrupción.
El Congreso de la República se cubre una vez más de vergüenza, ante el espectáculo dado por el Senado en la sesión del lunes 18 de noviembre en la que tras un inédito empate, empañado, además, por un voto extra contabilizado en su escrutinio, al día siguiente, al repetirse la votación, el candidato de Petro, Miguel Polo Rosero, obtuvo 57 votos a favor, y según la prensa, varios senadores tomaron fotos de la balota emitida para poder cobrar lo prometido.
En su cuenta de X Petro escribió: “Felicito a Miguel Polo Rosero. Un gran triunfo”. Su elección es clave para definir la balanza política en la Corte Constitucional, cuyas posturas ideológicas definen la constitucionalidad de las leyes que, más que estudiadas en derecho son falladas con marcado sesgo político. Compuesta la Sala Plena por seis magistrados de tendencia liberal y tres conservadores, las votaciones que antes eran 6-3 ahora serán 5-4 con la llegada de Polo Rosero. Aún más, en mayo de 2025 a Petro le corresponderá presentar nueva terna para reemplazar a la magistrada Cristina Pardo, asegurando sus mayorías en esa alta corte, al poder ternar un candidato progresista que le facilite la aprobación de leyes, por estar su otro magistrado, Vladimir Fernández, impedido en los temas relacionados con el Gobierno, por haber ejercido como secretario Jurídico de la Presidencia, hasta octubre de 2023.
Los recientes fallos de las cortes han sido interpretados por Petro como un obstáculo para la implementación de su programa de Gobierno, por lo que la llegada de Polo Rosero le da la posibilidad de fallos positivos, que no representen para su Administración una pérdida más de capital político. Una vez elegido, la casa Gaviria reclamó el triunfo de Polo Rosero, afirmando que es uno de los suyos. Fuentes cercanas al Partido Liberal vienen insistiendo, después de la elección, en que el nuevo magistrado es muy cercano a Simón Gaviria, el hijo del expresidente. Luego ¿no ha dicho el jefe único del liberalismo que nada lo une a este Gobierno y que su partido está en oposición a Petro? ¿No fue esta su declaración en Cartagena una vez concluida la convención que lo reeligió como jefe de la colectividad, en la que agregó que dará la batalla para que la democracia colombiana no pierda su rumbo? Solo le faltó explicar que cuando hablaba de pérdida de rumbo, se refería a la de sus propios intereses.
Ya en otra columna con anterioridad habíamos afirmado que la continuidad de Ana Milena Muñoz de Gaviria como embajadora en Egipto, posición en la que lleva cinco años y medio, nombrada en el Gobierno de Iván Duque y ratificada por Petro, no es algo gratuito. Hoy, el peligro de perder nuestra democracia es más evidente, con el apoyo del liberalismo a las propuestas del Pacto Histórico. Son las jugadas mentirosas e inveteradas de la desgastada clase política que bien sabe trabajar en provecho propio.