“Trabajar por una ciudad es solucionar problemáticas, materializar sueños, mejorar la calidad de vida, cumplir con el programa de gobierno y las metas propuestas”, dijo a la revista Semana (No. 2108) el alcalde de Manizales Carlos Mario Marín Correa. En el texto también hace referencia a las grandes inversiones que se le han hecho a la ciudad como los $151 mil millones de la Línea 3 del Cable Aéreo, los $24 mil millones del intercambiador vial de Los Cedros y otros $22 mil millones para el de Los Cámbulos. $22 mil millones más para tapar los más de mil huecos de nuestra malla vial y los $18 mil millones invertidos en la renovación de nuestros coliseos.
También están las multimillonarias inversiones en la planta de tratamiento de aguas residuales - PTAR ($147 mil millones) y las que se hicieron “para impulsar el empleo, la educación, la cultura, el arte, el deporte y la salud”. Para estos últimos se destinaron $22 mil millones, “una cifra histórica”, registra la publicación. 
Basta, sin embargo, asomarse a la ventana o darse una vuelta por la ciudad para notar que lo allí expuesto es carreta. Aquí no hay Línea 3 del Cable Aéreo, por más de que exhiban una cabina en diferentes plazas y parques; los intercambiadores viales son obras donde ni siquiera se han comprado los predios para ser ejecutadas. Las calles siguen llenas de troneras y es probable que los Juegos Nacionales del próximo año no se puedan realizar en Manizales por falta de espacios deportivos adecuados. El coliseo multipropósito, que tanto se prometió, ni siquiera tiene lote.
La PTAR es un proyecto cuyas licitaciones vienen alertando desde hace un par de años a entes como la Corporación Cívica de Caldas, y los aportes a salud, educación, arte, cultura, empleo y deporte son un chiste. La Feria del Libro no contó con apoyo económico; a regañadientes y tras muchas denuncias no desalojó de su sede al Museo de Arte de Caldas, pues para los de InfiManizales eso no da plata y el Instituto de Cultura y Turismo está bajo la lupa por un carrusel de contratos directos con la Alcaldía (denunciados, incluso, por la misma revista Semana). 
Por el lado de la salud, esta Alcaldía dejó vencer 14 mil vacunas contra la Covid-19. En empleo, si bien somos la segunda ciudad del país con menor desempleo, la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, alertó sobre la alta tasa de desempleo joven, que supera el 50%, y la sobrecarga laboral de horas extras. Y en cuanto a educación, es difícil ejecutar un plan de gobierno en esta área si van para el cuarto secretario de esta cartera en 34 meses.
¿Dónde está todo ese dinero? La inversión no se ve o, bueno, tal vez sí; la vemos en la propaganda que el alcalde se hace en medios nacionales. Marín Correa posa con casco de constructor en el reportaje pago de Semana; aparece con botas pantaneras y chaleco fluorescente en algún tierrero que debería ser un intercambiador vial para exhibirse en redes sociales; se muestra de saco y corbata junto a su primo, el congresista Santiago Osorio Marín, tal vez la única plata que ha invertido y que cumplió con las fechas límite.
Como mencioné antes: basta dar una vuelta por ahí para darse cuenta del caos en infraestructura que padece Manizales. Lo anterior solo evidencia el desorden administrativo y la carencia de liderazgo que hay en la Alcaldía. Carlos Mario Marín Correa es un ególatra que gobierna desde la mentira y la delirante construcción imaginaria que tiene de esta ciudad. Tan imaginaria que ninguna de esas obras que tanto cacarea tienen evidencia gráfica: no hay una foto de sus proyectos de infraestructura, y las que tienen que ver con aspectos sociales son escenificadas. Gente que posa y ríe, a la espera de que les den el refrigerio para regresar a sus casas.
La única obra que dejará terminada esta administración será esa “ciclobanda” que acortó el espacio de la Avenida Santander, haciendo más lento y congestionado el tránsito por allí. Un trabajo que consistió en pintar unas líneas sobre el asfalto y que, para colmo de males, le quedaron chuecas.