Barcelona tiene un sello, es la marca de este genio, que la engalanó como a ninguna otra. Yo no puedo pensar en Antoni Gaudí como un arquitecto; él fue un artista que se expresó de muchas maneras, que llevó su arte a la arquitectura, algo muy difícil de hacer y que muy pocos hombres que han ejercido esta profesión han logrado.
Cuando se visita una de las casas de Gaudí, como la casa Batlló, se percibe una atención al detalle tan profunda, que en mi humilde opinión, pues no soy  experta en el tema, lo que percibo es que el arquitecto, a través de sus obras, quería crear una experiencia para aquellos que tenían el privilegio de vivir en ellas.
Por dar un ejemplo, el diseño de las manijas de las puertas es hermoso pero, cómodo para usar una palabra que ahora tiene mucho eco; ergonómico y para marcar las puertas Gaudí creó sus propios símbolos, sello de un genio absolutamente original, para el cual un número o una letra de un alfabeto conocido no eran suficientes. 
Otro ejemplo de esta genialidad se expresa en el uso del vidrio, allí mismo, en la casa Batlló, por la escalera se ven unos paneles de vidrio con unas concavidades, al mirar a través de ellos, se siente la sensación de estar en el agua, como cuando se está en el mar y uno abre los ojos por un momento; en un objeto estático, como el vidrio, Gaudí logra crear la sensación de movimiento. Pero él también usó este material para añadir luz y color a los espacios. En uno de los salones se encuentran unas hermosas decoraciones redondas, de vidrios teñidos de colores suaves y alegres, como el rosado y el azul celeste, que logran crear una atmósfera acogedora y confortable. Pero la máxima expresión del uso de la luz y el color a través del cristal está en los vitrales de la Iglesia de La Sagrada Familia, obra inconclusa, a la que este genio le dedicó buena parte de su vida, al final la convirtió en su único proyecto e incluso vivió allí al final de sus días. Consciente de la imposibilidad de terminar esta obra magnífica, se preocupó por dejar las maquetas para que otros la pudieran continuar. 
Los techos del interior de las casas son otro lugar al que Gaudí prestaba especial atención; formas concéntricas, como las que tiene una caracola cuando se parte a la mitad, ese es el ejemplo que se me ocurre para describir algunos de los cielorrasos que se ven en los lugares construidos por él. 
La obra de este genio de la arquitectura está profundamente marcada  por las formas de la naturaleza, es como si quisiera llevar a quienes habitaban los espacios que él diseñaba a rodearse de formas orgánicas, él logró darle vida y movimiento a formas y materiales fríos e inanimados. 
El uso de la cerámica y del color logran su máxima expresión en el Park Güell, obra que emprendió de la mano de su amigo y mecenas Eusebi Güell, que fue concebida para ser una colonia de lujo y ahora es un lugar icónico de la ciudad de Barcelona. 
Antoni Gaudí murió poco antes de cumplir 74 años, fue atropellado por un tranvía y sus restos se encuentran en una  cripta, en la Sagrada Familia. Su entierro fue multitudinario, pues se ganó el cariño de los habitantes de la ciudad a la que le dedicó su vida y en la que puso su sello por toda la eternidad.