Nazareth Castellanos es una física teórica, con doctorado en neurociencia, que lleva más de 20 años investigando temas apasionantes, como la forma en la que la meditación moldea la relación del cerebro con el resto del cuerpo, también la influencia del intestino, la respiración, el corazón o la postura corporal, sobre la dinámica neuronal.
Sobre la influencia positiva de la meditación he hablado varias veces en mis artículos, hoy voy a enfocarme en otros tópicos menos conocidos, basándome en lo que ha descubierto esta investigadora. En cuanto a la interacción cerebro-postura, hasta hace muy poco se pensaba que eran nuestras emociones las que afectaban nuestra postura, pero con los hallazgos recientes en el campo de la neurociencia se ha encontrado que es una relación de doble vía, en la que nuestra postura afecta directamente nuestro estado de ánimo y nuestro cerebro. Por ejemplo, un cuerpo encogido, en actitud de tristeza, va a generar una disminución en la capacidad cognitiva, afectando de manera directa la capacidad de memorizar y disminuyendo la atención. Los neurocientíficos también hecho un hallazgo fascinante; las posturas de sumisión o tristeza afectan la manera en la que percibimos el mundo, por algo que ellos denominan “el sesgo negativo”, es decir que, de todo lo que sucede a nuestro alrededor y en el mundo, la persona que adopta frecuentemente esta postura de sumisión se queda más con las cosas negativas que con las positivas. Este hallazgo me parece de especial importancia para los educadores, que todos los días reciben a sus alumnos, los pueden ver y analizar aquellos niños con esas posturas de apatía o tristeza y de alguna manera hacer una dinámica de grupo o una pausa activa, con algunos ejercicios que permitan que los estudiantes cambien esa actitud por una más adecuada, que favorezca su aprendizaje e influya positivamente en su estado anímico. Esto lo saben hace siglos las personas que han practicado Yoga, unas cuantas posturas en la mañana y el día comienza de una manera diferente.
En cambio una postura erguida, de piernas abiertas, un poco inclinada hacia adelante, es interpretada por el cerebro como un estado de alerta, los científicos han encontrado que se relaciona con altos niveles de cortisol y mayor producción de testosterona, en esta postura son mayores los niveles de estrés y de ansiedad.
Los neurocientíficos le dan especial importancia a la sonrisa, han encontrado que sonreír beneficia a los sistemas nervioso, cardiovascular, endocrino e inmune. Al sonreír el cerebro interpreta que las cosas están bien, que estamos seguros, por eso sonreír apacigua la mente y nuestro estado emocional.
La principal recomendación de Nazareth Castellanos es hacernos más conscientes de nuestra postura corporal durante el día y si nos damos cuenta de que no es adecuada, cambiarla a una más apropiada, por esto son tan importantes las pausas activas durante el día y ni hablar de lo fundamental que es tener una rutina diaria de ejercicios, que ojalá incorpore algo de yoga o, al menos, unos estiramientos básicos. Los padres y educadores también debemos estar al tanto de la postura corporal de los niños y adolescentes, esta puede decir mucho del estado de ánimo y una pequeña corrección puede favorecer los procesos de aprendizaje. Por último así como lo bueno se contagia, lo malo también, no nos dejemos contagiar por posturas de apatía, tristeza o agresividad, más bien contagiemos sonrisas, que a todos nos benefician.