Nuestras ciudades estrenaron alcalde hace poco menos de dos meses. A Manizales la hemos visto bien, se aprecia una mayor seguridad; con presencia de policías y de agentes de tránsito donde antes no se encontraban, hay percepción de mayor orden y organización. Bien por el alcalde, aunque el único lunar que he notado es la dificultad para hacer el pago del Impuesto Predial; en la anterior Administración los puestos móviles de la Alcaldía, ubicados en los centros comerciales, funcionaban desde principios de febrero, hoy ya estamos a 23 (día en el que escribo este artículo) y no han comenzado a funcionar. En mi caso particular, no he recibido la factura que me corresponde pagar, en años anteriores fue muy fácil, simplemente iba al centro comercial Sancancio y allí obtenía el recibo y pagaba, sin tener que preocuparme por incumplir el plazo para el pago con descuento y mucho menos tener que ir hasta la Alcaldía para reclamarlo. Acabo de mandar a imprimir los recibos de pago del predial y no me aplicaron el descuento, a pesar de que el plazo para este beneficio es el 29 de febrero. Espero que este inconveniente se solucione en los siguientes años de esta Administración, pues los manizaleños nos caracterizamos por ser muy cumplidos a la hora de pagar, pero sin el recibo del predial es muy difícil.
Otra de las ciudades a las que quiero referirme es Bogotá, ciudad en la que viví varios años. Es impactante la inseguridad que está afectando a nuestra capital. ¿Cómo es posible que una actividad tan placentera y cotidiana y, además, tan importante para la economía, como salir a comer, se haya vuelto algo tan peligroso para los habitantes y visitantes de esta ciudad? Yo entiendo que el alcalde, Carlos Fernando Galán, apenas está adaptándose a su cargo, pero debe tomar acciones rápidas y contundentes para que el problema de la inseguridad no se le salga de las manos; esto puede tener consecuencias desastrosas para la economía de la ciudad, además del impacto negativo en la calidad de vida de los bogotanos. Vivir con miedo es algo que afecta psicológicamente a las personas y esta ciudad ya tiene muchas razones para que la gente sienta angustia, para sumarle sentir miedo de salir a comer, ir a una panadería o a tomarse una cerveza.
Afortunadamente hay buenas noticias para una ciudad muy querida por todos los colombianos, que en otra época se ganó el apodo de la “sucursal del cielo”, pero a la que la violencia y las malas administraciones la dejaron relegada y perdió su brillo. Cali fue escogida para ser la sede de una importante conferencia, la COP16, que reúne a 196 países interesados en la preservación de la biodiversidad. Se espera que este evento le permita a la ciudad la entrada de grandes recursos económicos, ya que se calcula que reunirá de 13.000 a 15.000 personas de todo el mundo, lo cual servirá para darla a conocer, por lo cual la administración del alcalde, Alejandro Éder, tiene varios meses para dedicarse a embellecerla y a devolverle el esplendor que tenía, para que la pueda catapultar como destino turístico a nivel mundial y Cali vuelva a ser la tan querida y admirada sucursal del cielo.
Yo, por mi parte, tengo mi propia sucursal del cielo: Manizales, no cambio a mi ciudad por ninguna otra, estoy segura de que el alcalde, Jorge Eduardo Rojas Giraldo, hará una gran labor para mejorarla y conservar la calidad de vida de la que disfrutamos los manizaleños, como dijo un presidente: “Aquí estoy y aquí me quedo”.