Encontrar una buena novela es un regalo para la mente y el espíritu. Yo tuve la fortuna de escoger, para mis vacaciones, una lectura exquisita, en el mejor sentido de la palabra. La novela de Santiago Posteguillo está ambientada en Roma y diferentes territorios de lo que fue el gran imperio romano, a finales del siglo segundo de nuestra era, cuando el cristianismo era aún una religión incipiente y los romanos adoraban a otros dioses. Pero los dioses no son los protagonistas de esta novela, sino una mujer; Julia Domna, que  a pesar de ser de origen sirio, logró llegar a ser Emperatriz y a darle origen, al lado de su esposo Severo, a una nueva dinastía, que dirigiría el destino del imperio por varias décadas.
En la novela, Posteguillo nos lleva de la mano de Julia, una mujer que demuestra ser una verdadera estratega, al ir guiando, paso a paso, la campaña política y militar que permitió el ascenso de su esposo al poder. Gracias a sus decisiones y a la influencia que tenía sobre su marido, le hizo ver a éste que más allá de un imperio, lo que estaba en juego en su carrera como emperador era el legado de una nueva dinastía.
Leer novela histórica es muy enriquecedor, pues a la par que se disfruta con la historia de los personajes, se ve el desarrollo de eventos que en realidad ocurrieron y que marcaron la hoja de ruta de  una nación o, como en el caso de Yo, Julia, de un periodo del imperio romano. No todos los escritores que abordan este género lo hacen de manera tan amena y acertada como Santiago Posteguillo, quien a pesar de hacer una novela extensa, pues tiene 644 páginas, tiene una narrativa ágil, sin exceso de descripciones, con capítulos cortos, que permiten que el recorrido del lector a través de la narración se viva como una largo viaje, pero con muchas paradas, que se disfrutan cada una por su originalidad. La descripción de las batallas, por ejemplo, se hace de una manera dinámica, que le permite a quien lee apreciar la estrategia y admirar los resultados, sin caer en descripciones sanguinolentas o en exceso de violencia.
Como mujer disfruté mucho ver a Julia en el centro del relato y del poder, ella nunca estuvo detrás de su marido, yo diría que estuvo codo a codo, así lo muestra el reconocimiento que le hicieron en su momento los regimientos que lideraba Severo, al erigirla como “mater castrorum”, o “mater patriae”, título que recibió aún después de haber muerto su esposo, el emperador Severo. Julia tenía valor por sí misma, y eso se lo reconocieron los hombres de su época. 
Santiago Posteguillo es un escritor que todavía tiene mucho que contar, afortunadamente, pues de la mano de sus novelas tendremos la posibilidad de seguir asomándonos a ese mundo apasionante de la antigua Roma. También ha sido reconocido por su trabajo con importantes premios, precisamente con Yo, Julia ganó el premio Planeta de novela en el año 2018. Así que si se quiere dar un gusto literario le recomiendo esta lectura.