Al terminar la educación superior los jóvenes suelen ver poco posible la oportunidad de quedarse en Manizales. Familiares, amigas y conocidos se van de la ciudad buscando ampliar sus perspectivas de futuro. En contraste, este año la ciudad ganó el premio de ONU-Hábitat a la Mejor Ciudad para Vivir en América Latina. Si vivimos tan bien, ¿por qué tantas personas no ven su futuro en la ciudad?

Quizás crecimos escuchando que Manizales es muy pequeña para desarrollarse profesionalmente, que aquí no hay oportunidades. Quizás también escuchando a quienes se fueron hablan sobre cómo extrañan la ciudad una vez migran a otros lugares.

De hecho, la migración interna, especialmente de jóvenes, es un fenómeno global. El informe “Education at Glance 2024” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) destaca la transición de los y las jóvenes desde la educación hacia el mercado laboral como uno de los retos más significativos a nivel global. Esta difícil transición determina en gran medida las tendencias de migración hacia las que se percibe que hay mayores oportunidades de conectar con el mundo laboral.

Un factor clave en esa dinámica es el potencial de la juventud. Los ‘ninis’ (jóvenes que ni están trabajando ni estudiando) representan más de dos tercios de la población entre 18 y 24 años en Colombia, según el mismo informe de la OCDE. Y una investigación realizada en el 2024 por la Universidad del Rosario (Transición de la educación al trabajo: ¿Dónde están los jóvenes de hoy?) estima que en Caldas la proporción es del 30%, de los cuales casi el 40% estaría desempleado, es decir que están activamente buscando trabajo y posiblemente educación o formación de algún tipo, pero enfrentan barreras para incorporarse al mercado laboral.

Encontrarse en esa situación puede resultar frustrante y desalentador, sobre todo para quienes estén en busca de un primer empleo que les permita sentar las bases de su trayectoria profesional. Tenemos las tasas de pobreza monetaria e informalidad más bajas del país, destacamos en indicadores de competitividad, y contamos con reconocimiento internacional por la calidad de vida en la ciudad. Pero la juventud enfrenta barreras para su desarrollo profesional, y sienten que sus proyectos de vida (con todas las dimensiones que eso incluye) requieren de un estadio más amplio.

La invitación es a seguir avanzando como ciudad por esta senda de desarrollo y competitividad, para que cada vez sean menos las personas que perciben a Manizales como una ciudad incompatible con sus proyectos de vida; menos las personas que se vean en la necesidad de irse a buscar oportunidades; menos las personas que vean la ciudad más bonita desde afuera, desde lejos, quizás extrañando sus atardeceres, la calidez de la gente, o la tranquilidad de andar las calles. Que irse de la ciudad no sea un requisito para encontrar estabilidad y plenitud.

Que de la ciudad de las puertas abiertas no se sigan escabullendo tantas personas con tanto potencial y deseos de construir un futuro brillante, por esas puertas que así mismo reciben con entusiasmo a quienes nos visitan o hasta deciden quedarse, admirando a la ciudad.