Con el sufijo ‘-izar’ se forman de nombres o adjetivos verbos que significan ‘convertir en’, por ejemplo, ‘pulverizar’ (‘volver polvo algo), ‘modernizar’ (‘actualizar algo pasado’), y ‘comunicar, transmitir’, verbigracia, ‘simpatizar’ (‘sentir simpatía hacia alguien o algo’) y ‘armonizar’ (‘acordar, concertar’). Sin embargo, no todos los verbos así construidos son castizos, por cacofónicos, tal vez; porque ya existen los que expresan lo mismo, o, simplemente, porque su empleo ‘complica’ el lenguaje, pues en éste no debe haber anarquía. Es el caso de ‘complejizar’ (‘volver complicado algo simple’), utilizado por el columnista Esteban Moreno Giraldo en esta afirmación: “Culturalmente, los colombianos buscamos complejizar los procesos, añadiendo pasos y revisiones, muchas veces innecesarios...” (LA PATRIA, 2/8/2023). Aunque parece que ya recibió la bendición de la Academia de la Lengua (no está en la edición del 2014 de su diccionario), mejor recurrir al conocido ‘complicar’: “...buscamos complicar los procesos...”, o a alguno de sus sinónimos ‘enmarañar, entorpecer, enredar, trabucar, intrincar’, etc. En el mismo artículo escribió: “Con estas herramientas se podrán identificar a las personas...”. En buen castellano, así: “...se podrá identificar a las personas...” o “...se podrán identificar las personas...”. En el primer caso, el complemento directo es ‘determinado’, por lo que está introducido por la preposición ‘a’; en el segundo, no. 
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Titular de LA PATRIA, pág. 13: “Los sí y los no para la educación superior” (7/8/2023). Como las preposiciones ‘pro’ y ‘contra’, los adverbios ‘sí’ y ‘no’, cuando se sustantivan, tienen plural: los ‘pros’ y los ‘contras’, los ‘síes’ y los ‘noes’. El artículo, determinado (‘el, la’) o indeterminado (‘un, una’), sustantiva la parte de la oración que no es sustantivo, por ejemplo, ‘bueno’, ‘malo’ y ‘feo’ son adjetivos calificativos, pero en el título de la divertidísima película (de las que ya no producen) “El Bueno, el Malo y el Feo”, el artículo determinado los convierte en sustantivos. 
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En latín, el ablativo (complemento circunstancial, en este caso, ‘de compañía’) de los pronombres de primera, segunda y tercera personas del singular son ‘mecum, tecum, secum’. Antepóngales a éstos la preposición ‘cum’ y tendrá el origen de los nuestros ‘conmigo, contigo, consigo’*, construidos así por eufonía, pues no suena bien ‘con mí’, ni suena armoniosamente ‘con sí’, como lo escribió, en un sesudo artículo sobre el ‘lenguaje incluyente’ el columnista Sebastián Giraldo Arcila:  “...sino desde el cambio en la forma de convivir con sí mismo y con los demás” (LA PATRIA, 21/7/2023). “...en la forma de convivir consigo mismo...”, así. *Nota: la terminación ‘go’ de esas palabras equivale a la preposición latina ‘cum’ (‘con’), lo que las hace pleonásticas, pues es como si dijéramos ‘con sí con’. Pero así se estila desde los clásicos: “Yo apostaré que este buen hombre que viene consigo es un tal Sancho Panza...” (II-LVIII). Aunque aquí es mejor ‘con él’, vale como botón de muestra. 
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Del columnista de El Tiempo Gustavo Duncan: “Es de sobra conocido que políticos de distintas vertientes, quienes en su momento acusaron, estaban tan o más envueltos en prácticas similares” (El Tiempo, 2/8/2023). Castizamente, “...tanto o más envueltos en prácticas similares”, porque el adverbio ‘tanto’ se apocopa únicamente cuando va inmediatamente antes de adjetivo o adverbio, por ejemplo ‘tan bueno como el pan’, ‘habló tan sinceramente que convenció a todos’. Hasta el oído rechaza la construcción glosada. 
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 Puede afirmarse que la palabra ‘emprendimiento’ es neologismo para la Real Academia Española, pues, a pesar de su uso, la incluyó en su diccionario apenas en el 2014 (vigésima tercera edición). Hablo de ese sustantivo (“acción y efecto de emprender”), porque alguno se inventó el espurio ‘emprenderismo’, utilizado por el señor gobernador en esta declaración: “La recuperación vial, industrial, comercial, turística, ambiental, de innovación y emprenderismo, desde una visión regional, es una realidad y su eje es el ser humano” (LA PATRIA, Luis Carlos Velásquez, 3/8/2023). Y es ‘espurio’ (contrecho, figuradamente), porque está mal construido, pues la raíz de este verbo no es ‘emprender-’, sino ‘emprend-’, a la que se le añade el sufijo ‘-imiento’ (‘acción y efecto’).  Características del lenguaje.