Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com
El judío Víktor Frankl, psiquiatra, neurólogo y escritor, vivió y padeció la experiencia de estar aproximadamente seis años en el campo de concentración de Auschwitz, en el cual -con otros prisioneros- subsistió en condiciones de esclavitud y humillación.
Dicha experiencia no fue impedimento para escribir varios libros al finalizar la guerra, además de imponerse la tarea de ir por diferentes partes del mundo contando lo que sintió y padeció en ese infierno, haciendo llamados a la reflexión para que estas barbaries y horrores no se volvieran a repetir.
No obstante, parece que muchos seres humanos se solazan con las guerras, con la invasión a otros países, ciudades, adueñarse de sus tierras y contaminarlas, arrasar con la naturaleza, acabar con la historia; humillar, asesinar y graduar de enemigos a otros por su religión, nacionalidad, color de piel, ideas políticas, sexo o, simplemente, porque ‘les da la gana’, porque les gusta demostrar su poder, aunque el mismo esté afincado en la ignorancia y en la falta de empatía.
Los tiranos que ostentan poder, no se ruborizan de su ignorancia e incultura. Por el contrario, se vanaglorian de ella, son vulgares, perezosos, manipulan y enredan con facilidad y, lo peor es, que otros tan insensatos como ellos les aplauden, los glorifican y les rinden pleitesía.
Estas personas carecen de capacidad de análisis y de reflexión, tampoco han desarrollado siquiera un mínimo de inteligencia emocional. Es por ello que no poseen autorregulación en cuanto a lo que piensan, dicen, sienten o hacen. Tampoco se han detenido a pensar en el daño que tanta palabrería y decisiones arbitrarias, pueden causar en los demás.
En pleno siglo XXI, -decía una compañera-, la barbarie predomina en distintos países. No solo se habla, se actúa, también se televisa. Hoy infortunadamente y gracias a los adelantos tecnológicos, se pueden ver y seguir los conflictos armados y las guerras en vivo y en directo. Se pueden escuchar gritos desgarradores, se ve a personas corriendo para resguardarse, buscando protegerse y proteger a sus hijos; mientras otros niños lloran solos, desconsolados buscando sin encontrar a sus familiares.
Se ven a sí mismo en las redes, en noticieros, a miles de personas con cocas tratando de recibir un poco de comida, a profesionales de la salud, en trabajo constante para salvar vidas sin insumos para hacerlo; a periodistas que mueren asesinados, a ciudades enteras envueltas en humo y ceniza, arrasadas por las bombas, cadáveres sin enterrar; escenarios todos ellos sembrados de horror, dolor y de dolientes.
Pareciera que los egos, la soberbia, la arrogancia, la insensatez de estos mandatarios se alimentara del sufrimiento de otros seres humanos, con quienes no tienen el más mínimo asomo de respeto y empatía.
- Y mientras tanto, ¿dónde están los valores y las virtudes humanas?
Yo siento que ante este panorama se nota más la urgencia de enseñar la asunción de valores y
virtudes, de generar espacios de formación humana en escenarios que se enfoquen en fortalecer la autoestima y la dignidad, la decencia y la ética, la bondad y la compasión, las cuales son fuentes de cohesión y civilidad social. Quizás así podamos aspirar a que en el mundo haya mandatarios a quienes les importe humanamente el país que representan; así como también lo que sucede en los países vecinos.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
www.fannybernalorozco.com
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