Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com

 

Yo estoy convencida de que no debe ser fácil ser dirigente en un país como el nuestro. Creo que es todo un reto y un desafío asumir algunos cargos y, más aún, cuando las personas que los ostentan no están preparadas para ello. Y con esta afirmación me refiero no solo a una formación profesional, es además experiencia, capacidad y conocimiento, amén de educación en valores personales y de manera especial inteligencia emocional.

Hace ya un tiempo que cargos muy importantes son asumidos por personas sin escrúpulos, es como si en la hoja de vida fuera requisito indispensable tener experiencia en corrupción. Cada día destapan más escándalos maquinados y realizados por personas denominadas ‘de confianza’.

Por otra parte, cada vez se hace más evidente la ordinariez de los dirigentes, su lenguaje es vulgar y ramplón. No les importa dónde, cuándo y con quién o contra quien lo utilizan, eso les tiene sin cuidado. Entre el grito, el insulto, las mentiras, los chantajes y las amenazas incendian el país y a eso ellos le llaman, ‘paz total y democracia’.

Personas que no tienen limites en sus ansias de poder, llenos de mañas, engaños y falsas promesas, que hacen llamados al pueblo, para alimentar su ego, sin importar que pueda pasarle a algún ciudadano del común cuando -de manera insensata- se les convoca en defensa de algún dirigente.

Es tanta la mezquindad de estos personajes, es que no les importa vociferar ente cámaras y micrófonos frases como la del ministro de Salud (¿?): "Tenemos en cuidados intensivos a las EPS, para que salga la reforma", como si la salud fuera objeto de trueque, jugando con la vida de cientos de personas, que no tienen acceso ni a medicamentos ni a tratamientos y que han terminado sus vidas esperando una atención digna e implorando que les sean respetados sus derechos.

El ministro de Salud sin vergüenza, ni respeto por los enfermos, por los muertos, ni por los dolientes. Es la clara evidencia de la falta de conexión que ellos, desde sus cargos, tienen con los que ellos llaman ‘el pueblo’.

Por otra parte, esta la palabra ‘paz’ tan manoseada y mal usada y, más aún, cuando muchos conflictos y guerras comienzan con el uso de términos que ellos mismos emplean, sembrando el odio y el rencor entre los colombianos, como si todos fuéramos enemigos; además de hacer evidente la falta de respeto y sensibilidad de quienes ostentan el poder, que cada vez más, están de espaldas del país sufriente y frustrado.

Hoy los mensajes vulgares, que insultan y atropellan, forman parte de las conversaciones utilizadas cotidianamente; y que si lo expresan personas del común, no tienen el mismo impacto emocional que el que generan los dirigentes, que ya tendrían que aprender a regular sus emociones, así como a hacer contención de su incultura, ordinariez y vulgaridad en sus discursos hablados y escritos. Ellos, en aras a su investidura, deberían ser un ejemplo de cordura, respeto, sensatez y salud emocional.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

 


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