Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com


¿Cuál es el papel de los rituales?, “los rituales llevados luego de la muerte del ser querido, señalan lo sagrado del suceso y la separación del difunto de su comunidad. La ceremonia del entierro marca la transición entre la vida y lo que viene después de ésta y confronta a los deudos con el hecho de la pérdida”. (Pargament Kenneth1997).

Los rituales que se llevan a cabo para despedir y rememorar al ser querido fallecido, permiten:

- Tener la certidumbre del suceso.

- Recibir el apoyo de las personas que acompañan.

- Tener el reconocimiento del dolor y de la pérdida.

- Sentir que expresar las emociones ayuda a rebajar el estrés causado por la muerte.

Por otra parte, desde el punto de vista emocional, la realización de rituales, es un homenaje a la persona que muere y esos ritos son mediadores, en tanto favorecen el proceso de afrontar la pérdida y comenzar el camino del duelo, a través de diferentes expresiones de aflicción, además permiten recibir consuelo de parte de familiares, amigos y allegados.

 

Los rituales y los cambios sociales

Hoy los rituales funerarios han ido desapareciendo en algunos contextos sociales y familiares. Lo que vemos en la actualidad es el afán de entregar el cuerpo a la funeraria y que otros que son desconocidos, se encarguen de las tareas relacionadas con el cuerpo de su ser querido.

Raras veces hay velación, no existe un encuentro significativo con familiares y amigos. Se percibe una especie de alejamiento de la persona fallecida, así como una necesidad de terminar lo más rápido posible, con todas estas gestiones.

Por otra parte, las familias sacan de manera rápida todos los objetos del ser querido y la casa queda como si esa persona no hubiera vivido allí. No queda nada tangible que lo recuerde, es como si se quisiera rápidamente alcanzar el olvido, sin siquiera comenzar el duelo.

Alguien podrá sacar las fotos, la ropa, todas las cosas de la persona fallecida y, aun así, no se pueden alejar ni remover los recuerdos ni el dolor ni la memoria emocional. Y es posible que todas estas acciones de los deudos, los lleven a que ese duelo tenga un mayor impacto en su vida cotidiana.

Los rituales funerarios de despedida son espacios para conectarse con la realidad de la pérdida y para reflexionar acerca del sentido de la vida, del amor, la gratitud y el perdón. Rendir un último homenaje al ser querido es sanador y reparador, por ello abolir estos rituales impide compartir el dolor, recibir el consuelo y puede, además, convertirse en un riesgo para la salud mental de los dolientes.

Nota: en octubre del 2006 comencé a escribir esta columna, que está cumpliendo 18 años; y que ha tenido entre sus objetivos primordiales aportar a la psicoeducación emocional como promoción de la salud mental. Quiero expresar mi gratitud a las directivas de La Patria y a todas las demás personas que me aportan con su lectura y reflexión.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

www.fannybernalorozco.com

 


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