Escribir sobre la equitativa no significa hacerlo sobre una propiedad que tuvo en Manizales Aparicio Díaz Cabal, la “Funeraria La Equitativa, la deportiva y la musical”. Tampoco es escribir sobre su descuadernada y conocida “poesía cuadrática”, en la que escribía versos diversos y poesías sin sentido que hacían parte de su ingenua, pero delirante personalidad. Escribió muchas con las que reíamos en la ciudad. Inolvidable esa de: “Ayer me soñé con un ataúd. ¿Será para Ud.?”, o “la canción a Lía”: “Toda vestida de blanco, almidonada y compuesta, caminaba en un barranco, llegó y se sentó en un banco, llena de melanco…Lía”.
No, no es de eso de lo que hablaremos; aunque la verdad, valdría la pena que todos los que las conocieron y recuerden las traigan a la memoria para recopilarlas como algo que fue popular en la ciudad. Hablar sobre la equitativa, es hacerlo sobre lo que tiene equidad, “el Gobierno pretende elaborar un sistema fiscal más justo y equitativo según la riqueza de cada habitante”. Significa más moderado, legítimo, imparcial y recto.
“Equitativo es un adjetivo que significa algo relativo o perteneciente a la equidad o la igualdad. Se identifica con otros términos como justicia e imparcialidad”. Son sus sinónimos: imparcial, recto, ecuánime, justo, honrado, íntegro, moderado.
Aristóteles la definió diciendo: “Una acción es justa, es equitativa, si se otorga a cada quien lo que le corresponde. La equidad implica tratar igual a los iguales y diferente a los desiguales en la proporción de esa desigualdad”. Parece simple, pero no lo es por una razón sencilla, está enquistada en nuestra cultura como si fuera un modo de vida con el cual pueden vanagloriarse, solo que es vano el modo y vana la gloria.
Una manera inaceptable de ver el mundo desde la perspectiva humana y digna, con una honesta y simple preocupación por los que nos rodean, que siendo distintos todos, somos seres finitos, comportándonos como la especie más depredadora, violenta, cruel e injusta de todas las que habitan el planeta, solo porque el bien común no es una prioridad, ni la justicia social es incluyente o importen.
Llevamos siglos de haber sido conquistados para encontrarnos con la realidad de que hicimos del nuevo mundo uno que tiene todas las posibilidades y riquezas, pero concentra el poder en minorías compuestas por mayorías clasistas y deshonestas, que no conciben una sociedad que progrese con inclusión, sin las desigualdades profundas entre los que se adueñaron de todo y los millones que viven de nada, en la miseria, el abandono en el olvido social y humano, porque para esos privilegiados, los demás no existen.
Vivimos en una América dividida, con mucha gente pobre, una sociedad desigual, injusta, corrupta y complaciente con gamonales inescrupulosos que se adueñaron de todo, esos que ponen a su servicio la política, sin importarles ni la cultura, ni el derecho que tienen las personas a una vida digna, con educación, con techo y sin hambre; una sociedad excluyente y clasista, donde se burlan de la salud, del trabajo, de la decencia como si fueran lujos superfluos que pueden comprar en cualquier centro de baratijas para manosear a su antojo la vida de los que los rodea y de paso mantener las diferencias sociales, con mucha gente viviendo en la miseria.
Una sociedad excluyente como esta, que no tiene equidad, ni se preocupa por ella, está sometida a los avatares de las peores crisis sociales, de los más peligrosos y desestabilizadores regímenes de dictaduras, en las que la dignidad no vale nada, las conciencias tienen precio y la justicia es manipulada por los poderosos. No podemos ser iguales si nacimos diferentes; pero podemos vivir bien sin atropellar a los que nos rodean, hacerlo dignamente sin que sea a costa del sufrimiento y olvido de nuestros compatriotas. El comunismo es fuente de inequidad e injusticia que no se diferencia del capitalismo salvaje, haciendo que las extremas derecha e izquierda, sean unos gemelos opuestos que parecen distintos, pero son iguales.
Solo el día en que nos preocupemos por nuestros compatriotas, que son nuestros hermanos, sin distinción alguna, podremos comenzar a construir una sociedad donde la justicia sea el pilar fundamental, la igualdad de oportunidades la regla y la vida en paz la consecuencia inherente a la vida cotidiana de una especie, la humana, que puede usar su inteligencia para propósitos mejores que los que hoy tiene. No podemos pretender ser iguales, pero no podemos permitir que tengamos seres humanos sometidos al olvido total por falta de equidad y de oportunidades.