“Cuando los políticos
No tienen la capacidad de gobernar,
Crean las Comisiones”.
Konrad Adenauer.
Vivimos tiempos difíciles por todos los rincones del mundo, aunque la oposición que no tiene nada de inteligente, esa que es ignorante y tonta, quiera hacer creer que es un problema particular de Colombia. Para eso se han unido para hacer oposición todos los frentes que han sido comandados y seguidos por lo peor que tenemos en la historia de Colombia, como políticos, como gente deshonesta, sin carácter distinto al de vociferar y hacer repeticiones de mentiras que comunicadas constantemente, con el apoyo de redes de revistas y medios que tienen sus grupos de privilegiados secuaces, deformando la verdad, hablando de cosas que no son ciertas, no pocas veces falsas, con una repetición constante que saben las convertirá en “verdades” entre los que los leen y escuchan.
Colombia vive momentos de tensión entre  el gobierno y la oposición, situaciones y formas que van más allá de los argumentos bien sustentados, convirtiendo el ejercicio de lo público en una guerra mediática, con la que quieren seguir manipulando a la gente del común, a sabiendas  de que gracias a la falta de políticas de educación que tuvieron durante sus mandatos, tenemos una cantidad inmensa de analfabetas e ignorantes, que les creen con fe ciega lo que digan, sin importarles corroborar si lo que les cuentan o escuchan es cierto, que normalmente no lo es, o es falso, que suele ser lo más posible, con  la manera de actuar de esas oposiciones intransigentes que desposeídas de poder, quieren armar caos y fomentar  desasosiego en toda una población, para irse en contra de los que están gobernando.
A los que gobiernan hay que vigilarlos y controlarlos, denunciando cuando cometan abusos de poder o hagan actos contra la función que desempeñan, o violen la ley. Pero hacer oposición con los menos favorecidos, que esos hipócritas tuvieron en el olvido siempre, no es solo una vergüenza política, sino una forma pestilente y sucia de manchar el arte noble de gobernar a los pueblos, para intentar desestabilizar el establecimiento, intentando retomarlo para que sigan con sus actos despreciables de malos gobiernos, llenos de picaros, de ladrones, enquistados en puestos burocráticos, burlando la justicia, la honra, el decoro y las más elementales normas de convivencia pacífica entre los diferentes actores de una nación, donde se hacen evidentes las divergencias y los intereses de los clanes políticos. 
La situación está dada para una rebelión entre un gobierno que contrario a lo que predican, gústenos o no, ha respetado todos los valores democráticos, frente a una oposición influyente, descaradamente cínica y poco honesta. Los grupos políticos que en este país aparecen como cucarachas, han demostrado que se diferencias en poco en lo ideológico, en lo moral, pero sobre todo en el concepto que tienen de bien gobernar a un pueblo, siendo incluyentes sin dejar en el olvido a millones de compatriotas, que sumidos en la absoluta pobreza, tienen sus documentos retenidos o sus cedulas  en “fideicomiso político”, para cambiar su voto, a cambio de ser llevados en bus, un mecato que no llega a comida decente, con el pago de unos pocos pesos, que aceptan porque les sirve en medio de la desesperanza que viven.
Estamos rodeados por un grupo bien conocido y amplio de atracadores y ladrones de cuello blanco, en lo nacional, lo departamental y lo municipal, que quieren sembrar el caos y presentar la realidad distorsionada como si fuera culpa del gobernante de turno, pero no como un fenómeno global del cual Colombia no puede abstraerse.
La situación que vivimos esta tensa. La mayoría de las personas utilizadas para las marchas, repiten mensajes aprendidos, obligados ante la posibilidad de perder el empleo formal o informal si no los respaldan. Estamos ante la reedición de una patria que ya no es boba, esa que ahora es soberanamente estúpida, agitando banderas que no los representan, peleando para beneficiar a los gamonales mayores o menores que los obligan a ese juego maléfico de burla y rechazo.
Colombia necesita una política decantada y decente; que el objetivo primordial sea el bien de todos, sin diferencias de clase, ni de apoyos descarados a sus propios opresores. Esperemos que un gobierno que enfrenta una oposición cruel y despiadada, no nos lance al abismo institucional, que ellos como habitantes del infierno político, conocen de memoria