“Cuando Dios hace temblar la tierra.
Ciencia, providencialismo y magia
Ante los terremotos de la cultura española.
Siglos. XVI-XVII.
Gelaberto Vilagran, Martí”
     Temblores y erupciones a través de la historia están bien documentados en múltiples trabajos y ensayos escrito sobre el tema, con las interpretaciones distintas que les dan desde distintas ópticas, desde la científica, pasando por la religiosa, la filosófica, hasta terminar con la natural y la lógica entre otras. Hablaremos de temblores, fumarolas y erupciones, ante la situación de emergencia que vive el país con la actividad del Volcán que fue conocido en la época precolombina como Cumanday, Tabuchía y Tamay, hoy Nevado del Ruiz, o la Mesa de Herveo, ese que con su cráter Arenas se encuentra en actividad, causando miedo, alteración de todas las actividades en la zona de influencia que podrían ser afectadas por la hipotética, pero posible, erupción del mismo.
            Históricamente se conocen erupciones que además de haber sido menos abruptos que el ocurrido en noviembre 13 de 1985, que dejaron pocos muertos y menores daños al que por la falta de interés de un ministro, Iván Duque Escobar, padre de Iván Duque Márquez, un títere que tuvimos como presidente hasta hace menos de un año. El padre no atendió las llamadas del alcalde de Armero, restó importancia al asunto, hasta cuando sin importar su desidia, hizo erupción y dejó desolación en sus alrededores, con una corriente, que desenfrenadamente y a velocidad altísima, causó desastres que sepultaron la ciudad, que derrumbaron porciones de otras en la zona de influencia de los municipios castigados por la avalancha que dejo la mayor tragedia causada por desastres naturales en Colombia, con muchos daños e incontables muertos en Armero y Chinchiná.  
            El ministro no solo le restó importancia a la amenaza, sino que, además, no pagó sentencia, ni pena alguna por su desidia y desinterés, que sumados a su ignorancia crasa sobre el tema, arrebato muchas vidas, desapareció familias enteras, devastó municipios, en las que sus habitantes quedaron atrapados entre las olas del lodo, con no más posibilidad que la de una muerte aterradora.
            Ahora estamos en una situación de emergencia, declarada oportunamente y vigilada con rigor por diferentes actores de los departamentos que circundan el volcán, que con personas preparadas y cumpliendo adecuadamente su obligación en el trabajo que tienen, mantienen vigilancia, dan avisos de riesgos, solicitan evacuaciones de zonas de peligro, independiente de que los habitantes de la región con ingenuidad, crean que es mejor morir defendiendo un pedazo de tierra, que salvarse, salvar su familia y la posibilidad de sustento, con solo seguir las recomendaciones que los expertos les dan.
            Debemos estar prevenidos, porque el azaroso e impredecible efecto de una nueva erupción puede ser devastador para varios municipios, aumentando los problemas que ya existen de pobreza, falta de oportunidades, crisis económica mundial a la cual no es ajena Colombia y no lo es tampoco el área que puede resultar afectada si el desastre llegara a suceder.
            Villagrán explicó que Aristóteles con su teoría de los “neumas” o vientos subterráneos, producían corrientes incontrolables de aire caliente por la combinación de humedad y calor, que según él explica, producía terremotos cuando no encontraban una vía de escape. Santo Tomas lo escribió teorías filosóficas y escolástico cristianas, carentes de validez científica, sin relación alguna con la realidad de los movimientos telúricos y las erupciones volcánicas. Reseñó las interpretaciones astrológicas absurdas, escribiendo que Zaragoza, Tosca, Torres Villarroel y Cortes, hicieron postulados absurdos como el de que: «Cuando apareciere algún cometa de color negro, rubio o verde, denota terremoto. Cuando el mar se hinchare o alterare sin hacer viento, señala terremoto y grande tempestad. Cuando las aves se asientan despavoridas, denotan terremotos. Cuando el agua de los pozos se enturbiare, y se sintiere mal olor, sin causa exterior, denota terremoto, y muy presto. Cuando los animales en el campo se vieren que van espantados, denotan terremotos».
            Ya no estamos para teorías sin fundamento científico como esas, ni para falta de interés como el de Iván Duque. Estamos ante una realidad que ojalá no pase a mayores, pero para la cual debemos estar preparados con disciplina, para evitar otra tragedia de magnitudes gigantescas y desconocidas. No hay nada distinto a la prevención y hacer caso a los que monitorean el volcán con sus avisos de alarma o debacle. Estamos avisados.