Entre el 24 y 28 de agosto, Estocolmo, la moderna capital de Suecia, celebró la reconocida Semana Mundial del Agua, que en su versión 2025 tuvo como tema central “Agua para la Acción Climática”. De manera paralela, en Guadalajara, México, entre el 25 y el 27 de agosto, se llevó a cabo el evento “Habitat Latam”, en el que se entregó el “Premio Habitat Latam Guadalajara 2025 Ciudades para la Vida”. Este galardón reconoce a las ciudades de Latinoamérica que se destacan por su eficiencia en servicios públicos, inclusión social, innovación urbana y participación ciudadana. En total, 50 ciudades fueron preseleccionadas, entre ellas 12 de Colombia (Cartagena, Dosquebradas, Ibagué, Montería, Pasto, Pereira, Popayán, Riohacha, Rionegro, Santa Marta, Villavicencio y Manizales). El premio fue otorgado finalmente a Manizales.
Un premio de este tipo, otorgado por una universidad pública ampliamente reconocida, refuerza el compromiso social, ético y ambiental de la región. A pesar de que pueden surgir cuestionamientos sobre la vanidad o la incredulidad en torno a estos galardones, es importante destacar que en un contexto donde las redes sociales a menudo están llenas de mensajes catastróficos y polarizantes, este premio llega como un bálsamo reconfortante.
Sin embargo, aunque la ciudad ha sido reconocida por su compromiso con el hábitat, no todo es color de rosa. Estas preocupaciones ambientales, me impulsaron a revisar el estado de la calidad del agua en nuestro territorio, basándome en datos del 2024. El Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Salud, en el marco de la Resolución 2115 de 2007, publican anualmente el índice de riesgo de la calidad del agua potable (IRCA), que evalúa el riesgo de enfermedades relacionadas con el agua para consumo humano.
El análisis de las muestras de agua, tanto de zonas urbanas como rurales, clasifica la calidad del agua en cinco niveles de riesgo: inviable sanitariamente, alto, medio, bajo y sin riesgo. En este sentido, es alarmante que el departamento de Caldas reporte un preocupante 49,8% de riesgo de calidad del agua, el más alto del país. Es decir, casi la mitad del agua para consumo humano en el sector rural de Caldas es inviable sanitariamente. El agua rural sin riesgo para la salud hay que buscarla en el Quindío (1,1%).
Es necesario aclarar que este riesgo corresponde principalmente a los acueductos comunitarios y asociaciones de usuarios, no a los prestados por empresas de servicios públicos domiciliarios territoriales, que generalmente suministran agua sin riesgo para la salud. Sin embargo, la paradoja persiste: Manizales, la ciudad que ha sido reconocida como un modelo en términos de hábitat y urbanismo en Latinoamérica, es la capital de un departamento con la peor calidad del agua para consumo humano en el sector rural del país.
En resumen, mientras Manizales celebra su premio no podemos pasar por alto el grave problema hídrico que afecta a las comunidades rurales de Caldas. Este contraste nos invita a reflexionar sobre la necesidad de avanzar hacia una sostenibilidad más allá de la capital.