Manizales es una ciudad con una marcada vocación cultural. En el 2023 el 90% de los manizaleños participaron en al menos una actividad cultural, un salto significativo frente al 67% del 2022 y el 68% del 2021.
Sin embargo, cuando se trata del teatro, el detalle es distinto: aunque ha habido un leve incremento, la asistencia sigue siendo baja. En el 2023, solo 13,5% de los habitantes asistieron a funciones teatrales, frente al 12% en el 2022 y 7,7% en el 2021.
Aun con estas cifras, el teatro en Manizales demuestra que quien se acerca, se queda. Según la Encuesta de Percepción Ciudadana de Manizales, de los asistentes en el 2023, 96% expresó satisfacción con las funciones a las que asistió, y esta satisfacción se mantiene alta en todas las edades.
Es particularmente llamativo que las personas entre los 26 y 45 años reportaron un 100% de satisfacción, lo que indica que el teatro logra conectar con públicos diversos y generar experiencias valiosas.
Si la satisfacción es tan alta, ¿por qué la asistencia sigue siendo baja? Este es un interrogante clave para el sector cultural. No se trata solo de la calidad de la oferta, sino de la accesibilidad, la difusión y los hábitos culturales.
A pesar de que salas como las de Confa han visto crecer su público (de 27.658 asistentes en el 2022 a 32.795 en el 2023 y cuyas funciones son gratis), el teatro aún no logra consolidarse como una opción regular en la vida de la mayoría de los ciudadanos.
El componente educativo es un factor clave en esta ecuación. Las aulas también deben ser espacios de encuentro con las capacidades y habilidades de niños, jóvenes y adultos que requieren guía en el fortalecimiento de sus talentos.
La formación artística desde la educación contribuye a la apreciación cultural y a la creación de públicos que valoren el teatro como parte de su cotidianidad. Los escenarios están dispuestos, los actores preparados; es hora de que la ciudadanía asuma un rol activo y valide la cultura desde su propia identidad.
Obras como La corona de los infieles, nacida en Manizales y con presentaciones en República Dominicana, Argentina y Venezuela, demuestran el potencial del teatro local para trascender fronteras. Desde su primera función en el 2018, ha sido vista por más de 3.000 espectadores, reflejando el impacto que una buena puesta en escena puede generar.
El reto ahora es convertir la satisfacción en fidelización y hacer del teatro una opción más visible y accesible para la ciudadanía. La ciudad ya ha demostrado que la cultura es parte esencial de su identidad; queda pendiente consolidar al teatro como un espacio de encuentro regular.
¿Cómo lograrlo? Quizás la clave esté en mayor promoción, más acceso a públicos diversos y en seguir apostando por producciones que cautiven y generen conversación.
Si cada vez más manizaleños descubren la magia del teatro, no será sorprendente que en unos años las cifras reflejen una ciudad en la que las butacas siempre estén ocupadas y la cultura siga siendo un motor de transformación social.