Los datos recientes sobre el uso y la satisfacción con los medios de transporte en Manizales revelan tendencias que invitan a una reflexión profunda.
¿Estamos avanzando hacia un sistema de movilidad sostenible y equitativo, o seguimos atrapados en un modelo que prioriza la conveniencia individual sobre el bienestar colectivo?
Según cifras de la reciente Encuesta de Percepción Ciudadana de Manizales Cómo Vamos, el uso del transporte público ha ido mostrado una caída significativa, marcando una tendencia a la baja, pasando del 65% en el 2016 al 52% en el 2024, con un mínimo del 46% en el 2021 (claramente marcado por el entorno de la pandemia de la covid-19).
En contraste, el vehículo particular ha ganado terreno, alcanzando su punto más alto en el 2023 con el 40% de uso y reduciéndose al 30% en el 2024.
Caminar, aunque con variaciones, mantiene una presencia estable, mientras que el uso de la bicicleta, a pesar de su baja participación, ha alcanzado su mayor nivel (3,0%) este último año.
¿Qué factores explican estos cambios? ¿Son decisiones personales o respuestas a una infraestructura que no incentiva el transporte público y sostenible?
La satisfacción con los medios de transporte evidencia un contraste interesante.
Mientras que el 92,6% de los motociclistas y el 81,9% de los conductores de carros particulares están satisfechos con su medio principal de movilidad, solo el 73,7% de los usuarios de bus y el 70,7% de los de taxi comparten esa percepción.
Peor aún, la bicicleta, considerada una alternativa ecológica y saludable, apenas alcanza un 37,1% de satisfacción.
¿Acaso las condiciones de movilidad en la ciudad castigan a quienes optan por modos de transporte más sostenibles?
Las diferencias por edad, estrato y género también arrojan pistas relevantes.
Las personas mayores de 55 años (86,4%) y quienes pertenecen a estratos altos (91,6%) presentan mayores niveles de satisfacción, lo que sugiere que la experiencia de movilidad podría estar marcada por privilegios económicos y comodidad en el acceso a opciones de transporte.
Además, hay una brecha de género: los hombres (85,7%) reportan mayor satisfacción que las mujeres (78,8%).
¿Será por diferencias en la seguridad, la accesibilidad o la experiencia en el transporte?
Estos datos obligan a pensar en acciones concretas.
Si la meta es una movilidad sostenible, ¿cómo mejorar la experiencia en el transporte público para hacerlo más atractivo y competitivo frente al vehículo particular? ¿Qué incentivos podrían impulsar el uso de la bicicleta y garantizar condiciones más seguras para los peatones? ¿Cómo garantizar que la satisfacción con la movilidad no dependa del poder adquisitivo o del género?
Las respuestas a estas preguntas podrían definir el futuro de la movilidad en Manizales. No se trata solo de cifras, sino de la calidad de vida de quienes transitan diariamente por la ciudad.
Repensar el modelo de movilidad en la ciudad para lograr mejores experiencias no es una opción, es una necesidad.