El Dios que no existe es ese que manda diluvios o azufre sobre Sodoma y Gomorra,.
  Ese que coarta con las más de 600 leyes que están el libro bíblico del Levítico,
  O en la normativa de los sacerdotes y tenía que seguir un judío practicante. Eso sigue hoy.
   Lo más triste es que los supuestos guías religiosos convencen a la gente de que las normas son divinas.   
  No, son reglas y prohibiciones humanas de las religiones, creadas para controlar. 
  Las asusta la libertad del amor. Esa que proclamó San Agustín al decir: Ama y haz lo que quieras. 
  El Dios que no existe, y en el que ojalá no creas, es el de un castigo eterno, algo inverosímil.
  Es un desvarío hablar de un dios de amor que crea un infierno eterno para sus hijos.