Cultivo, Dios misericordioso, una fe firme para los tiempos turbulentos, tan fuerte como el acero.
Cultivo, Padre, una esperanza capaz de superar las crisis y sostenerme cuando el alma duele.
Necesito, Señor, un amor incondicional y generoso, puro, tolerante y comprensivo.
Escuchas mi clamor, Rey celestial. Te entrego mis cuitas y sé que contigo nada es irremediable.
No me dejas a merced de la angustia y tengo tu fuerza cuando estoy asediado por las dudas.
Contigo, Señor, no hay espacio para el mal porque tú reinas con tu infinito poder y dominas las sombras.
Tengo claridad cuando todo lo veo turbio, y serenidad cuando tiendo a descontrolarme.
Con amor y sabiduría, mi vida no se enreda en embelecos o rabias inútiles. En ti confío, Señor.
@gonzalogallog